18.2.03

Cuando éramos pendejitos, mis hermanos y yo teníamos un perro que se llamaba Napoleón. Lo había encontrado el viejo en el puerto de Mar del Plata. Era un perro callejero, tenía sus vicios y ya un adulto la primera vez que lo vimos y fue cuando la vieja transó con el viejo para que vivera con nosotros.
Yo le tenía miedo. Medía apenas centímetros y me parecía demasiado grande y peligroso. Así que pasé varios meses sentada sobre la mesa del garage dónde vivíamos, cuando "el perro" entraba a la cocina.
Después, superado el trance, supe que era hermoso tener un caballito para andar a pelo, un "defensor de pobres y ausentes", un recolector de las cerezas que el alemán, el viejo Olo, de al lado de casa cuidaba como a una hija doncella.
Nunca, ninguno de todos nosotros volvíó a tener un perro así. Era audaz, era el gran cojedor de todas las perritas del barrio. Hurlingham, hoy está plagado de napoleoncitos y ya van varias generaciones de ellos. Era valiente, peleador, era el que nos defendía de la vida.
No estabamos solos porque lo teníamos a Napo.

Un día Napo se fue. Se había ido por semanas varias veces "a vivir su vida", tal como siempre decía el viejo.
Estabamos acostumbrados a sus ausencias y no dolían.
Así que jamás lo lloramos.
Simplemente, se fue y jamás volvió. Y seguró un día de estos va a volver.

17.2.03

Y ya basta de lamentos...
brindemos que es el momento.
Son esos instante de no entender dónde está el engaño, que fue lo que nos puso, nuevamente esta cara de vaca mirando al tren, esta sensación de náusea al no poder controlar los pensamientos que se hacen una pelota grasosa y mugrienta.
Y sé que ya no voy a crecer. Simplemente porque nunca lo he querido.
Son sólo instantes. Tal vez mañana pase y la preocupación, todas las oscuras elucubraciones sea por cosas que lleven otro nombre.
Mientras tanto, sólo resta esperar que la nueva puñalada sea bien certera, que de en el blanco justo, para morir instantáneamente, sin sufrimientos lentos, aburridos y bochornosos.
Y renacer lo más pronto posible.

A veces me pregunto a dónde está el límite de la falta de orgullo. ¿Será que es uno o dos. Hay o no hay, no hay medias tintas y el orgullo es casi lo único que nos mueve a seguir con un poco de dignidad.
Cuando no lo hay, todo va en declive hacia lo más profundo del pozo y luego todo se detiene en un punto en el que se mezclan las sensaciones hasta desaparecer.
No hay límite. Siempre es posible caer más bajo. Nunca se toca el fondo.
Cuando creemos que no puede haber nada peor que esto, descubrimos que aferrándonos a unas pocas pequeñas migajas que nos tiran, ascendemos un peldaño.
Y así es siempre, invariablemente.

15.2.03

Nunca seré líder de masas

¿Para qué lo has hecho? ¿Qué es lo que querías probar? ¿Por qué la insistencia en continuar durante una semana? ¿Sos tarada o qué?
¿Dónde están los amigos? ¿Serán escudos humanos o ya habrán muerto? ¿Por qué, lo único que tenía coherencia esta mañana ya es otra cosa? ¿Tiene sentido un sol como éste, justamente ahora? ¿Estaré a tiempo de lavar la ropa? ¿Todos los perros van al cielo? ¿Quién tiene razón? ¿Comentarios?
Primavera de 1962

Viajaba dentro de una bola de cristal licuada. Mi respiración se anexaba a una cuerda verde que repartía sonidos disidentes. Mi estructura era casi la de un pez y no había manera de amortiguar lo amniótico que manaba en derredor.
El oráculo fue casi previsible. "Estarás condenado a mis lágrimas destempladas."
Ella sonreía ante la pequeña pantalla del ecógrafo que le convidaba café y galletitas Manón. No sabía de la voluntad de la Bestia que podía hacer llover batracios eunucos en mesetas desoladas. Ni la más mínima idea tenía de esos leves movimientos ondulantes que avecinarían la llegada de todos los entuertos.
Al sugir desde el hueco de tejidos desgarrados, la canción no fue la misma que se esperaba. El nudo fue señal de irremediable. El oráculo esta vez fue terminante: "Portate bien que sino viene el cuco y te lleva a Cariló"


12.2.03

Esto lo andaba debiendo hace un tiempo. Resulta que me avisaron que linkearon mis resacas en una página. entré a
aCrobacias como para ver de que iba la cosa y me encontré con bruto link. Con fotito y alguna que otra palabra elogiosa sobre esto que pretenden ser pensamientos sueltos y no tienen el menor valor literario, creo yo.
Lo mismo, gracias a iddo, una especie de punki que escribe muy bien, obviando las más elementales reglas ortográficas. Pero bueno, que eso es un detalle, apenas. Su página es un buen exponente de la estética del desastre y eso es siempre bienvenido.

Otra más. Salió el nuevo KATARSIS #2 , en su segunda época.
Con cambios en el diseño, mucho menos caótica para recorrerla y bellísima, como ya es la costumbre de su creador (amo a ese chico)
Además buenos textos, montones de libros para bajarse, links muy recomendables y, modestia aparte algunas cositas mías que, en el marco de las maravillosas ilustraciones de Fede, son un lujo.

Dentro de unos días se cumple un año de este blog. Si se me cura la angina de mierda que me atacó, capaz que preparo alguna cosilla especial.

Y nada más. Que os dén.

4.2.03

Estoy de vacaciones. Odio la playa, la arena y la gente. Tengo ganas de matarlos a todos. Creo que no nací para vivir en este planeta. Cada día que pasa son más las cosas que me parecen estúpidas. Y encima, si todo fluye normalmente, capaz vivo unos 30 años más acá.
No sé que haré para hacer tiempo. Creo que estoy enferma.
Y además, la abstinencia de tu voz, me está volviendo loca.
Odio las vacaciones.