17.2.10

Solenopsis ecuménica

súplicaYo confieso ante Dios Todopoderoso y ante vosotros, hermanos, que he pecado mucho, de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a Santa María siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos, que intercedáis por mí ante Dios nuestro Señor.
Amén.

"Súplica". Fotografía de Marcelo Aurelio a quien agradezco profundamente por el estímulo y por leer no sólo lo escrito, sino también la intención y el sentimiento.



I


su cabeza parda bronceada
según reza la Wikipedia
y en ella los ojos malvados
apuntan hacia mis brazos
piernas muslos espalda
pica
se siente el ácido en la piel
la lisérgica del fracaso
soy obrera del desconsuelo
sin aguijón puñal o espina
¿qué hacer con mi ponzoña?


II

Y de fondo una música litúrgica. Algo de Palestina o Bach.
Un cura da el sermón. El tema: la lealtad, la comprensión, el amor.

Las catequistas están en primera fila. Todas lucen igual. Cabellos brillantes (no frizz), camisa blanca, falda azul marino, zapatos marrones (¿marrones? Sí, marrones. Así son las combinaciones que dios manda)
Una de ellas se distingue del resto porque es la única que está arrodillada en el reclinatorio. Tiene la cabeza baja, mira el piso.
Su compañera le pregunta si se siente bien y ella responde: “Prefiero no hablar nunca más, no quiero saber nada. La verdad duele y espanta, me muestra que mi careta es tan imperfecta que es imposible reconocer la pantomima del personaje que fui”

Lealtad
Comprensión
Amor.

Dice el cura y todos aplauden con fervor.
Todos, menos ella que se retira discreta pero ofuscada.
"Porque dios no es lealtad, no es comprensión, no es amor. Dios es silencio, dios es sordo. ¿Dios?, ¿qué va a saber dios de dios mismo si el mismo dios soy yo?", piensa y sonríe por su ocurrencia.

La catequista solía ser una persona encantadora antes de que le bypassearan la piel y el grito. Era divertida, gambeteaba todas las vergüenzas convirtiendo el llanto en risa, para lograr así la capa delineadora, astringente y exfoliante de superficialidad que necesitaba para aguantarse al mundo (que era malo y no le reconocía con creces lo brillante de su cabellera. ¿Será porque era oscura?)

Nota de la autora:
Sólo cuando amo tremendamente a alguien soy capaz de sentir y escribir con tanta furia.
Fin Nota de la autora.


III

Vino el doctor. Un ecuatoriano. Lo supe por el acento, porque era petiso y porque le pregunté.
—Elija usted el orden de los factores, ya que el producto está alterado, adulterado, adúltero—.
Me inyectó Decadrón, que es una palabra muy utilizada por Fito Páez a quien queremos y respetamos y desde aquí le dejamos nuestros más afectuosos saludos.
El caso es que debería tener sueño y lo tengo. Pero más ganas tengo de escribir porque sangre es lo que sobra y si no lo hago, los dedos se entumecen hasta la necrosis o se equivocan fuleros e insisten en creer en algo mucho más profundo que la fe hipócrita en las loables conductas.
Es la puta tenacidad, el mísero capricho del amor. La herida narcisista que sangra color negro.
Porque yo soy de negro.
Así la sangre me combina con la ropa. Oscura. Tornasolada por pelos blancos.
Así el efecto visual de la toma puede llegar a ser imponente. O una soberana porquería.

(Hay determinadas cosas que es mejor tercerizar, dejar a los que saben y ¿quién más que ella, la catequista, puede saber de decoro y prácticas adecuadas al Plan de dios?)

No, a la catequista no le gusta la sangre negra. Cree que es diabólica, imagina que el mismo diablo se la está cojiendo a ella o a alguno de sus allegados y huye espantada, tapándose los oídos.

¡No te ooooigo!
¡No te ooooigo!
¡No te ooooigo!
¡No te ooooigo!

Perdoname. Mi psiquiatra, mi psicóloga, mi dietista, mi abogado, mi vecino, la pedicura, mis simpáticos compañeros del colegio, me dicen que tengo el corazón con aujeritos. Lo lamento. Perdoname pero no sos digna de mi amistad y mis sahumerios.


IV

En este momento irrumpe el elenco entero de la segunda temporada de chiquititas. Tienen como diez años más pero se ven bien. Aunque no son chiquititas.
Y cantan: pimpollo, turín turín…
En realidad se ven un poco ridículas haciendo la coreografía.

Yo hago de Romina Yan y me enamoro locamente del personaje más joven y "comprometido". Tiene 12 años pero ya toma vino y se droga con propóleo. Le veo un gran futuro. Es posible que, de no ser yo dentro de unos años la mala del orfanato, sigamos amándonos en sucesivas creaciones Yankelevich. Mi deseo es llegar juntos a la Gloria Rebelde Way. Para eso ensayo: bailo sobre el púlpito y levanto mi remera mostrándoles las tetas a los santos que permanecen impertérritos, como si nada.
Los monaguillos se masturban. Del cura no decimos nada por miedo a faltar a LA VERDAD. Es que la sotana es un gran disimulador de "inmundicias".

La catequista se espanta, balbucea..."no sos vos, soy yo"... perdón, "no soy yo, sos vos y tu manía por la promiscuidad. ¡Qué las llamas del infierno te devoren!, ¡detente Satán!", grita y Cris Morena llama a la gente de seguridad para que la saquen de la Catedral.

Ella dice: "no es necesario, me voy sola. Ustedes se pierden mi rinconcito de luz (turín, turín), mi simpatía, mis dones de anfitriona cuando los primeros albores del amor. Ay, ¡esos días de romance! Nuestros años felices, cuando administraba porros y los humos perversos me poseían de tal modo que lucía bella con mis traumas sobre la mesa, mi música snob y la máscara risueña que detrás escondía montones de rosarios, estampitas y el relicario donde se hallaba el prepucio de un amor que me engañó, vacía ya de amar y de sufrir tanta traición.

Yo, en mi guiso, voy de negro. No es un luto, es un complejo. O un gusto.
Ella usa colores claros, alegres estampados que cubren absolutamente todo su cuerpo.
Porque el cuerpo no se muestra.
Lo dice el cura. Lo dice papá. Lo dice mamá. Lo dice un militar que pasa por ahí cantando una canción que dice:

"Desaparición"
"Resentimiento"
"Venganza"
"Duelo"
"Silencio"

La escena es muy castrense. No me extraña, la sangre tira.

Lealtad
Comprensión
Amor...

relleno de savia y bañado de espinas. Casi con exclusividad. Fabulosas y efectivas enseñanzas católicas, apostólicas y romanas.

"No puedo quererte, perdoname. Tu sangre es Negra. El Espíritu Santo de Inmaculada Educación es blanco, etéreo, incólume. Como mi camisón", dice ella y se queda tranquila, contemplando los cirios encendidos, rezando plegarias por el alma de todo aquel que negra, desnude su sangre; con el bienestar de no sentir absolutamente una puta emoción.
Como mamá. Su mamá.


V

MORALEJA: MORAL ALEJA
Todo asunto, incluso hasta entre la gente que más amabas, aquellos en los que confiabas ciegamente, no es más que una mierda de origen moral.
Todos, mal que nos pese, somos calcos de mamá.
Y la catequista no es la excepción. Pronto se encontrará leyendo la revista Caras rodeada de personas intrascendentes. Como su madre. Como el espejo que no quiere ver.

Yo digo: el amor es uno solo y no debería cambiar. No se trata del amor romántico, sino de la esencia: el amor a los hijos, a los amigos, a los hermanos, a los padres.
Esto, claro, para quien puede sentirlo.
Para quien quiere ver más allá y desligarse de la herencia morbosa y pestilente.
No es el caso de la catequista que, cual estatua de la justicia mal esculpida, lleva una venda que le aprieta los ojos y le asfixia el orgasmo que no puede ni debe dejar salir.
Porque esas cosas no se hacen.
De esas cosas no se habla.
Y así es como pierden entidad, no molestan, ya no existen. Lo que antes eran arterias por donde fluía la vida ahora es amnesia sedienta de ignorancia.
FIN DE LA MORALEJA



VI

(Puse tanto Hortal que, creo, las hormigas me dejarán tranquila por el lapso de aproximadamente una semana en la que aprovecharé para olvidar).

archivado en: operación digestiva "Scholae cantorum"

15.2.10

El ocho

Hace ocho años que comencé este blog. Muchas horas escribiendo, pensando en forma de post con el fin de entretener, divertirnos y de paso practicar un poco con palabras.
Comunicar.
Mucha gente pasó por aquí. Algunos se convirtieron en grandes amigos. Otros lo fueron y hoy son la sombra desdibujada de lo que creí ideal, eterno, definitivo.
No tengo ganas de publicar nada de lo que escribo. Veo la fecha de mi último post y me da mucha pena, coincide con cosas tristes.
Hace ocho años y es el primer año en que no hay nada por festejar.

Pero, a pesar de esta falta de entusiasmo y de la decepción, una vez más, intentaremos levantar los ánimos (la moral) y seguir con la única actividad con la que mantuve una continuidad inusual, y tan necesaria.

Ya veremos...

archivado en: Bob Geldof and The Boomtown Rats