9.10.13

Canción de amor para chicos con problemas (revisited)

Después de tantas madrugadas radiactivas, el mundo es el esqueleto de un ángel despistado. Seguimos. Enredándonos en absurdos furtivos, como encías que sangran al pedir un beso. Dejamos acomodadas en la silla otras alternativas que se aburren y una luz adormecida en cielos nebulosos depura amargores y eleva una breve eternidad que alcanza reposos andantes y errantes. Erradas, las piernas planchan caricias urgentes que escapan para encontrar el abismo.

— ¿Abismo está?
—Se está bajando los pantalones el cierre desabrochando botones. Despatarra el silencio y se envuelve en un juego en el que ganamos sin siquiera hacer alguna apuesta. Como por milagro. O destino.

Nos matamos a mordiscos sin palabras sin lamentos sin sospechas sin mediación. Damos caña al sonido primario de un orgasmo que nos calme por un rato infinito como cuando el universo es gentil y los satélites son barrios donde siempre podemos encontrarnos. Vos, yo y lo que no tiene límite; antes del ácido prensado en la laringe el fundido a blanco. Antes del feroz presentimiento de la muerte nuestra. De cada día.

— ¿Muerte está?
—Se está poniendo los calzones porque es tarde y hay una esquina que aguarda paciente una constelación de faroles que vencimos con la obstinación de un enfermo terminal.

Acaso espera el cuándo el dónde la vez próxima. Otra en que hayamos olvidado los olores y seamos estrenados entrenados para esta lata de aparearnos la vida, toda encima cada tanto, intacta como amor por correspondencia correspondido. Rodeada de butacas en un auditorio sin gente que mire diga juzgue opine sobre el thriller psicológico que escribimos los dos juntos, mientras esperamos la sangre y cosemos intrigas en pañuelos que no aceptan más moneda de cambio que el deseo.

archivado en: el fantástico y divertido romance de Cumbio y Marulina