23.11.13

Medicuyni

Todo el maldito cosmos se rompió desatándose a mi alrededor. Me sentí confrontado por la muerte... me dieron náuseas, comencé a vomitar, todo cubierto con serpientes, como la Serpiente Ceráfica, serpientes coloreadas con aureolas alrededor de todo mi cuerpo. Me sentí como una serpiente vomitando el universo o como un jíbaro con la cabeza ataviada con dientes de serpiente vomitando en comprensión del Asesinato del Universo - mi muerte por venir - la muerte de todos por venir - nadie está listo, yo no estoy listo
William Burroughs


Cada vez es una  pequeña muerte envuelta en espasmos y babas que nada tienen de sutiles, groseros como estrago de licores, dejan restos de animales salvajes, ponzoñas ambulantes, como si el tiempo, el momento irrecuperable fuese necesario desgarrar de las tripas —hay allí demasiados febreros tristes, siempre febreros que se apilan en una ronda monótona, febreros de distancias, de espejos que fermentan frunces y pústulas, pegoteados como recuerdos, arcadas que quedan en el balde, amigo engañoso que hace escaleritas para que bajes a la noche de tu corazón, te muestra dibujos encantadores, la trampa aceitosa y su brebaje.

Prefiero el golpe, la sangre, prefiero el golpe a esta serena convicción que huele a flores de sepelio. Nunca adquiero la práctica necesaria para el duelo, se me mueren todo el tiempo y siempre es como el primer muerto. Lo inmutable es tedio, aún espero que el río pase por el living, un fantasma me enamora, tengo mucho miedo.

Madre mía, soy mi propia madre y el exilio es feroz, los llantos resuenan, qué mundo doloroso, insoportable.

A veces —pocas veces— y muy lejos hay un ángel que siempre esconde los dientes. Pero no puedo amarlo ni rendirle tributo urgente. No puedo más que lanzar diablos y desear lo que está detrás, lo que ignora mi existencia.

Hombres pasan, suspiran, gimen, pero no hay nadie.

Hace tiempo adoraba esos breves momentos: con él cerca la vida es intolerable, sin él la vida no se justifica. Lo quise vomitar, sacarlo de mis tripas y no pude porque la luz que me quedó dentro es el reflejo lacerante que dejaron sus ojos cuando me iluminaban, alojados en el tórax como una bala perdida que no se decide a matarme, que no me libera.
archivado en: maravillas amazónicas

9.10.13

Canción de amor para chicos con problemas (revisited)

Después de tantas madrugadas radiactivas, el mundo es el esqueleto de un ángel despistado. Seguimos. Enredándonos en absurdos furtivos, como encías que sangran al pedir un beso. Dejamos acomodadas en la silla otras alternativas que se aburren y una luz adormecida en cielos nebulosos depura amargores y eleva una breve eternidad que alcanza reposos andantes y errantes. Erradas, las piernas planchan caricias urgentes que escapan para encontrar el abismo.

— ¿Abismo está?
—Se está bajando los pantalones el cierre desabrochando botones. Despatarra el silencio y se envuelve en un juego en el que ganamos sin siquiera hacer alguna apuesta. Como por milagro. O destino.

Nos matamos a mordiscos sin palabras sin lamentos sin sospechas sin mediación. Damos caña al sonido primario de un orgasmo que nos calme por un rato infinito como cuando el universo es gentil y los satélites son barrios donde siempre podemos encontrarnos. Vos, yo y lo que no tiene límite; antes del ácido prensado en la laringe el fundido a blanco. Antes del feroz presentimiento de la muerte nuestra. De cada día.

— ¿Muerte está?
—Se está poniendo los calzones porque es tarde y hay una esquina que aguarda paciente una constelación de faroles que vencimos con la obstinación de un enfermo terminal.

Acaso espera el cuándo el dónde la vez próxima. Otra en que hayamos olvidado los olores y seamos estrenados entrenados para esta lata de aparearnos la vida, toda encima cada tanto, intacta como amor por correspondencia correspondido. Rodeada de butacas en un auditorio sin gente que mire diga juzgue opine sobre el thriller psicológico que escribimos los dos juntos, mientras esperamos la sangre y cosemos intrigas en pañuelos que no aceptan más moneda de cambio que el deseo.

archivado en: el fantástico y divertido romance de Cumbio y Marulina

14.9.13

Cucarachas (reloaded)

...las cucarachas truenan como saltapericos cuando uno las destripa. 
Juan Rulfo 

Acabo de aplastar una cucaracha con mi pie desnudo.
La sensación fue repugnante pero incomparable.
Pude sentir su muerte como si fuera mi propia muerte.
 La niña que llevo en mí, le teme a las cucarachas.
Y yo acabo de aplastar una.


Si las cucarachas hablaran, podrían contar parte de la historia de la tierra. Aparecieron hace unos 400 millones de años, caminaron entre las patas de los dinosaurios, son mas resistentes que el tiburón y sobrevivieron a las bombas de hidrógeno que destruyeron Hiroshima y Nagashaki durante la II Guerra Mundial. 

 Acabo de aplastar al ser con mayor capacidad de supervivencia.
Soy poderosa.


Los métodos de control de cucaracha han evolucionado desde los mecánicos hasta los químicos, atravesando por una serie de insecticidas que atacan su sistema nervioso, como los organofosforados y los piretroides, hasta substancias bioactivas que interfieren con la capacidad metabólica y reproductora de la cucaracha. 

De todos modos, perderse el crujido de ese cuerpecito pequeño y frágil en el momento en que estalla bajo el pie y las tripas se esparcen entre el suelo y la planta, es negarse a uno de los pocos placeres que nos depara la vida.
Por esa razón, recomiendo el método mecánico.


 Las cucarachas rondan por los basureros, cañerías, cámaras sépticas y, si sienten hambre, se acercan a la cocina y contaminan alimentos, es por ello que se las liga a la transmisión de un gran número de enfermedades como el cólera u otros tipos de diarreas, causadas por microorganismos presentes en la materia fecal. El mejor método para controlarlas es el aseo extremo de las casas, especialmente en las cocinas. 

Algo me inquieta y no puedo dormir. En la apretada oscuridad de estas sábanas estoy expectante. Puedo reconocer sonidos que llegan desde la cocina. Una gran orgía está llevándose a cabo ahí. Puedo imaginarlas resbalando entre la grasa y los restos de comida de los platos que dejé allí como si se tratase de una gran trampa mortal. Puedo vislumbrarlas saliendo del tacho de basura, del desagüe, del zócalo más húmedo. Una legión de millones de ellas, dispuestas a insistir en sus nauseabundas danzas de supervivencia, infectándolo todo con sus pestilencias, dejando el estigma que indique quién está arriba y quién abajo. Sé que es el momento de continuar la estrategia. Podría atacarlas por sorpresa, pero el turno ahora es el de disfrutar del asco que siento. Dejar que el miedo me recorra y paralice el impulso de levantarme y entrar a la cocina para comenzar la maravillosa masacre.
Sé que es el momento.


La cucaracha, la cucaracha, ya no puede caminar, porque le falta, porque no tiene, las dos patitas de atrás

 No puede caminar. Pero se resiste a la muerte y al paso del tiempo. Para eso genera nuevos mecanismos de defensa que transmite a las sucesivas generaciones. Su secreto está en la reproducción y en rediseñar su sistema inmunológico. Una cucaracha decapitada puede permanecer con vida más de un día. El tiempo suficiente como para, si es hembra, poder poner sus huevos y asegurar la continuidad de la especie. Hay cientos de cucarachas mutiladas en la cocina.
Tendré que ser más rápida que ellas, esta vez.


Lo que reúne a las cucarachas no es un sentido de grupo o familia, sino las feromonas agregadas en las heces fecales. Por la noche, cuando buscan agua y alimento, se desplazan a través de rendijas y hendiduras, dejando a u paso rastros de materia fecal que marcan el regreso a sus refugios. Tienen hábitos coprófagos es decir, se alimentan con sus propias excreciones. 

Lo que nos une es sexo primitivo. Nuestro hogar es una cama, fuera de eso no hay proyecto, no hay familia, nada existe. No desplazamos a través de mil obstáculos guiados por feromonas. Muchas veces hay que atravesar enormes montañas de mierda: mentiras y traiciones para no serles desleales a la urgencia del instinto. Nuestra coprofagía es, sin embargo, diferente a la de una cucaracha. Ella tiene un fin mucho más noble: la existencia.
Nuestro motivo es puramente egoísta: el hedonismo.


La cucaracha con la materia blanca me miraba. No sé si me veía. No sé lo que ve una cucaracha. Pero ella y yo nos mirábamos y tampoco sé lo que una mujer ve. Pero si sus ojos no me veían su existencia me existía - en el mundo primario donde yo había entrado, los seres existen a los otros como forma de verse. Y en ese mundo que yo estaba conociendo, hay varias formas que significan ver: uno mira al otro sin verlo, uno posee al otro, uno come al otro, uno está sólo en un rincón y el otro está allí también: todo eso también significa ver. La cucaracha no me miraba con los ojos sino con el cuerpo. 
Claris Lispector 

No puedo verla pero la presiento acechando en la oscuridad, esperando el momento en que me pierda en la irrealidad del sueño, ése en que el contacto con la tierra se pierde y no existen cucarachas. Ella me acecha, puedo sentirlo y es un escalofrío el que me recorre como si de un mal presagio se tratara. La cucaracha ve, puede adivinar el miedo, sabe que ganará la partida y ríe con la más nauseabunda de las risas. Puedo oírla, pero no la veo.
Estoy ciega.


Las cucarachas son nocturnas y pasan el 75% de su vida en sus refugios (grietas, rendijas). Por estos motivos, por cada una que usted ve se calcula que hay cerca de 200 más escondidas.

La luz me resulta insoportable, ansío la llegada de las sombras para arrastrarme por los rincones más oscuros y húmedos en busca de comida. Voy dejando mi estela repugnante, infestando cada cosa que piso, soy rápida, mis antenas detectan rápidamente el peligro: evitar que me aplasten antes de dejar mis huevos en un sitio seguro, un lugar cálido. Es mi fin, mi empresa superior, me guían leyes ancestrales que debo cumplir ignorando el desprecio que causo, esquivar el pie que me triture, sobrevivir a insecticidas. Poco a poco voy haciéndome inmune. Cada día soy más fuerte, crezco, no conozco el asco porque lo genero, soy un ser perfecto, el más perfecto ser sobre la tierra. Voy a vencer, voy a vencer a la muerte.
Soy afortunada.


Las cucarachas han dominado la Tierra durante cientos de millones de años y, como otros insectos, son capaces de hazañas increíbles, como por ejemplo la proeza de sobrevivir a tasas de radiación que son letales para otros organismos más evolucionados.

Acabo de aplastar una cucaracha con mi pie desnudo
La sensación fue extraña: ni rechazo, ni placer.
No pude sentir su muerte. No pude sentir nada.
La niña que llevaba en mí, le temía a las cucarachas.
Yo acabo de aplastar una.
Esa niña ya no está, no sabe de resistencias y prefiere extinguirse.


 archivado en: entomología resacada

11.9.13

Sexo explícito con aves zancudas

Sobre el tapete gris de despedidas, Septiembre pule sus orillas con una lija imperceptible y deja astillas que caen y se funden en siluetas desenfocadas, pálidas, lejanas, penosas transparencias no videntes.

Miro el almanaque, la savia de los días fluye y apenas empecé a perderme en el futuro, el espejo de la duda se frota a sí mismo, y empañado, refleja un paisaje que no alcanzo a distinguir entre el vapor del agua.

No son necesarias omisiones si el perdón es un axioma, si es posible cortar y dar de nuevo.
Hay geografías que presumo tan amables que me aterran.

Sin embargo el cartel no muestra ausencia y la ceremonia del ansia es una esperanza que con lanzas, espera calmas tibias.

La mano juega con ventaja. La mano vende, ataja, manda. Somos mano en la partida. Ya la suerte no es de principiante, es princesa del espiante más de oficio que de azar.

Somos grandes. Podemos vernos con ojos sin derroche de promesas, podemos vernos a través de una puerta corredera, sin saber que hay detrás o sabiendo que lo que hay nos pertenece, es irrepetible, está para quedarse.

archivado en: efectos sustentables para todos y todas

7.9.13

Instrucciones para armar este puzzle

Desde dientes de leche, laberintos que va trazando el miedo y ojos que chorrean incredulidad, avanzo tambaleante hacia un parquímetro que sólo sostiene negociados y traba las monedas.
No hay devolución, no hay, no, no la hay.

—¿Cuáles son tus miedos?

Me meto en mí, salgo del mundo exterior. Puedo vencer el pico de incertidumbre. Así es como funciona. La compulsión al servicio de la ansiedad. Concentración, enfrascarse en una sola cosa. Única, que nada más exista excepto la pretensión de salir alguna vez del pensamiento obsesivo.

—Miedo a lo real.

La ilusión devenida en piedra de brea y materiales de demolición: ecología de catálogo, adorno en la bibliotequita donde están mis favoritos, los libros de amigos, las piedras de mica y un portarretrato donde la abuela y mis hermanos, mamá y yo éramos gente que estaba toda viva.

—Miedo a la disolución.
—Miedo al fracaso.

Y un muñeco monstruoso con piel azul y una trompa parecida a la de un dibujo animado del que ahora el nombre no me sale.
También un autito de penélope y un mapamundi de cristal berreta que me regalaron una tarde de hace tanto tiempo que ahora el número no sé.

—Miedo al olvido.

Estas lágrimas no son hormonales ni están corrompidas con alcohol.
Estas son mis lágrimas.
Leo. Cualquier libro que leo me retrotrae a algún recuerdo. Aunque nada tenga que ver con mi historia.
Pero el tono, la angustia, la opresión del narrador me provocan sentimientos parecidos.
Entonces leo y lloro.
Estas son mis lágrimas.

—Miedo al apego al sufrimiento.
—Miedo al egocentrismo.

Por la mañana el dolor tremendo de garganta, el pecho cerrado. Y la tristeza que dan algunas certezas: el amor es algo hermoso que uno (solo) inventa para poder tolerarse, para poder perdonarse, para sentirse noble. Tampoco es que sea tan importante. En realidad nada lo es, en el balance, me río más de lo que lloro. Ambas cosas arrugan, pero a esta altura es lo normal. Que me presten atención. Aprender a devolverla.

—Miedo al desamor.

Después de amanecer las pieles y cuando todavía quedan montones de sueños que inventar —un hueco inmenso entre paréntesis—, nos vamos y la eternidad se derrite ante mis ojos: sólo quedan puertas entreabiertas al misterio. Y me quedan demasiadas palabras latiéndome en los dedos.

—Miedo a los finales.

archivado en: la noche de los zombies

7.7.13

Tutiplén del origen de todas las cosas indelebles

Nota de los editores

No he venido aquí a contar mi historia sino la historia de otros. Pero la historia de otros no me interesa así que me voy sin contar nada.

La sincronización del SIM se hizo con éxito

Y ahora que las uñas se clavaron hasta el fondo de la carne el daño es irreparable. En algún momento las heridas dejarán de sangrar. Pero quedarán cicatrices que serán sólo algunas más en la suma evolutiva.

Me molesta mucho cuando se entrometen las cosas reales

Sobre la mesa de lo que fue un banquete quedaron vestigios de vida reptiliana. Todos los adictos a la scandinavia tenemos una extraña fascinación por protomundos paralelos. En el caso del que nos ocupa hay varios vasos de ferné con coca cola. Algunos de ellos están llenos en más de un 50%. Ninguno está completamente vacío. Podría hablarse de un panorama optimista de la cosa.

De cuando llorábamos por las esquinas

La señora de la limpieza dejó una nota avisando que no viene porque la noche anterior intentaron violarla. Mi pequeño Pony no se hace cargo, una delicada niña dorada viene con su peine diminuto y el animal huye.

Muy tarde para aprender chino mandarín

Los filtros UVA/UVB pueden prevenir arrugas y manchas en la piel. Debajo lo mismo todo va pudriéndose o resecándose. La perfecta apariencia externa de una manzana no siempre es óbice de ausencia de gusanos. Ser buena gente tampoco es significativo en el mundo real.

Redemption song

Al tipo se le incendió el rancho mientras fumaba una lemmon skunk y su bebé dormía junto a su madre en la cama matrimonial. Como no había acompañado con birra pudo rescatarse y salvó a su familia y a su moby dick con dos meses de flora. Sus amigos lo ayudaron en la reconstrucción. Muy emocionado agradeció por Facebook y de paso mangó flores, semillas y esquejes.

El kelper que se hizo argentino porque le gusta el fútbol

Uno de esos momentos en que estaba pensando y pensando y más pensaba más me contracturaba. Debo ser horrible yo cuando pienso, pensé. E inmediatamente dejé de pensar. Dejé de pensar para la foto. El fotógrafo está bastante bueno, pensé. E inmediatamente comencé a pensar en cosas relacionadas y pensé y pensé y cuanto más pensaba más me contracturaba y así…

Restos de ADN en el dildo de Walter

Una araña cazó un caracol y muy contenta lo llevó a su nido y lo separó en partes: la carne para la cena, la baba para la piel, la carcasa para bañera, la cacona como prueba.
Porque nunca se sabe.

Esclava del té rojo

En el baño de discapacitados se cuecen soretes extraterrestres. Tienen forma de pólipos sebáceos perfectamente constituidos. La portera del complejo se queja porque siempre se roban el papel higiénico y dice que los tullidos y los psicólogos jamás dejan propina.

Tractatum inconcientum

Sobre este órgano que se aloja adentro del cerebro podemos decir que tiene consistencia de flan y que es el órgano más ortiba de todos.

Sólo veo de tu nombre números, entre las letras, números

Para que las soledades concilien y comiencen a interactuar logrando combinaciones interesantes de martingalas, gestos de amabilidad, necesidades básicas satisfechas; hay varias opciones:
1. Avanzar a ciegas, detener el pensamiento, asumir el riesgo de quedar como una bolsa de rolito luego de dos horas de asado.
2. Mantenerse fuera de toda contaminación lumínica.
3. Hacer pequeñas muecas, tímidas, temerosas, muy en boga en estos días.
4. O todo tipo de cosas inapropiadas en lugares desaconsejables con la persona menos indicada.

Templar los tegumentos

Me traje a vivir conmigo a Osvaldo, el extraterrestre y a Evaristo, el zombie. A ellos se nos suman Atilio, el basilisco y Anita, la yarará de Alto Palermo. Estamos en la fase de adaptación a la vida en este universo paralelo. Estamos bien, gracias.