17.2.03

Son esos instante de no entender dónde está el engaño, que fue lo que nos puso, nuevamente esta cara de vaca mirando al tren, esta sensación de náusea al no poder controlar los pensamientos que se hacen una pelota grasosa y mugrienta.
Y sé que ya no voy a crecer. Simplemente porque nunca lo he querido.
Son sólo instantes. Tal vez mañana pase y la preocupación, todas las oscuras elucubraciones sea por cosas que lleven otro nombre.
Mientras tanto, sólo resta esperar que la nueva puñalada sea bien certera, que de en el blanco justo, para morir instantáneamente, sin sufrimientos lentos, aburridos y bochornosos.
Y renacer lo más pronto posible.