30.1.14

La extraña parafilia de Isabel y la desaparición de los guantes de goma

Con el cigarro encendido, el pelo un desastre y una boa constrictora a punto de engullirme, la mañana sucedió en el intento por recordar, sin conseguirlo, aquellas palabras, sonidos, sensación de duermevela que escribirían un poema por si acaso el tiempo decidiera dejarme sin nada, las valijas vacías, la hipótesis debilucha de un futuro, cuentas que dan cero en el cuaderno incierto de los días.

Los límites del fuego se esfuman en días de ceniza donde todos los libros, las historias son prestadas.

No hay banda. No hay poemas. Se ignora la permanencia, se camina en tierra blanda, se es indeleble, inmune a los arcoiris, para que el fin sea una montaña de gente que se ha ido, de llamados que nunca se efectuaron, de manos deshabitadas.

Porque estar muerto es ya no escribir. Es el congelamiento.

Sin embargo llovió un poco, embarrado el patio parece bello, aunque haya pájaros dormidos para siempre, aunque el humo, la sonrisa ausente y la manía de volver al otoño sabiendo que allí no habrá abrigo, no habrá colores. Todo tan lastimado, sucio y hermoso como en el fin de una hecatombe, sin pisadas que rompan la monotonía los charcos.
Y tantas páginas por rellenar con nada, si a fin de cuentas no se llega a ningún sitio.

¿Qué máscara ocultará tu máscara cuando todos los espejos se quiebren?

En este simulacro descienden las figuras que se ensamblan en el aire con displicencia funámbula.
Es tarde para involucrarse en la vida. Ya nos tragamos a nosotros mismos, caníbales masturbantes, sin fe, sin ideal, sin ganas porque las ganas son patrimonio de los vivos. Y aquí todo es silencio y hojas blancas. La energía desintegrada no conforma un alma.

Entre tanto, disculpo los problemas ocasionados una y otra vez .

archivado en: esto es todo lo que puedo hacer

23.1.14

Tutiplén de temperaturas extremas

Adquisición de repuestos para helicópteros Bell 212 H.81

Quería escribir y acabé por concentrarme en los dibujos que una leve mosquita hacía en la pantalla.
Voy a prescindir de la memoria, del mismo modo en que se prescinde de sueños cuando corrieron ya mil días de descuento y en la sobrevida la quietud es este mamarracho informe que ni siquiera es un papel con el que envolver regalos o enjugar suspiros.
Todo está apuntado en el cuaderno.
Todo está detenido allí.

Overhaul/Exchange

Turco en un desierto cabeza o cabeza de turco en un desierto o desierto turco en una cabeza y así, sucesivamente.

Guantes de protección dieléctrica

O una especie de paranoia o fastidio. Ganas de salir a matar la penumbra que hay en tu corazón.

Documentoscopios y lámparas infrarrojas

En la espera, me pregunto qué ganamos durante tanto tiempo de caminar en puntas de pie para no molestar a los dioses. ¿Esta falta de equilibrio en los talones, la flojera metatarsa y el dolor de la quietud?
Seguimos fingiendo muecas, abrimos los ojos como si aún algo pudiera sorprendernos.
Lo superfluo, efímero, transitorio es nuestro nido helado. Las llaves se perdieron hace tiempo y para entrar tenemos un truco que se repite: nos hacemos invisibles, incorpóreos y así permanecemos hasta la hora de salida, hasta quedar paralizados en estas palabras vacuas que aún creemos reales.
Nada nos salva de las cenizas cuando la erupción pasó y la lluvia es una nube de polvo que cubre el futuro en su lento proceso de corrupción.

Carbón activado granular

Como si los ovarios se retorciesen o el cuerpo se expandiera de adentro hacia fuera consumando una explosión que dejará la pared enchastrada como El día Nacional de la Liebre.

Evaporador con sistema de alivio de presión

Te amo tanto, ay cuánto, con cuánta pasión y anhelo deseo que desaparezcas.

Storage

¡Oh madre!, quisiera ser magnífica, arrolladora, un estigma en cada uno de los que no se atrevieron a rebalsar los jugos y quedaron secos como cáscaras de naranja piel.
Innumerable y sórdida, irrenunciable.
Quisiera, ¡oh, madre!, pero no soy más que la señal de unos dedos torpes, pulso trémulo, que apunta hacia una cruz muerta de sed y aburrimiento.

Observaciones generales

Cuando era chica quería trabajar en la librería para usar la máquina de cortar cinta scotch. No sabía que en el futuro podría tener mi propia máquina o, incluso, mi propia empresa.
Ahora lo sé y lo mismo no tengo ni máquina ni empresa.
Porque ya no quiero.
Porque ya no tengo ganas de trabajar en ningún lado.

Presentación de ofertas

El sentido del humor que a mi me fascina es como un bordadito étnico, una guarda pampa, una barra de cereales de esas que venden en el chino y tienen girasol, lino, sésamo y alguna otra semilla milagrosa al paladar.

Acto de apertura

Ahora, por ejemplo, veo una teta pequeña y muy blanca con apenas una pizca de membrillo y plasticola dibujándole el pezón.
Durante dos días consecutivos vi la misma imagen: un conejo blanco que se escondía detrás del rosal y despertó mi curiosidad durante otros días más.
En algunos momentos me sucede: puedo ver el lado siniestro de la gente. Se presenta repentino, como el fogonazo de un flash o el olor a tierra mojada que inunda el aire con las primeras gotas.
A veces veo peces de colores. Es un lugar común, lo sé. Nada tienen de malo los lugares comunes si están en el agua y tienen colores tan brillantes y fantásticos como los que tengo metidos en la parte del cerebro que me hace imaginar que veo, veo-veo... ¿qué ves?

archivado en: La Tercera Sección está OK.