3.5.11

Por ejemplo

La burra al trigo, el trigo al molino. Otra vez vuelve, otra vez sopa...
Mafalda desciende por una escalera de caracol. El caracol se queja, se queja del peso, Mafalda es obesa.
Mafalda es obesa, pero aún así sueña:
Sueña que un mancebo apolíneo (príncipe de alguna comarca... si es por soñar, se sueña en grande, con nobles, nobleza obliga, Mafalda es obesa pero no es tonta y sabe soñar), la encuentra en el momento y lugar más insospechados.
El sitio es un cantobar. El momento, viernes a la noche (entre las diez y las once)
El karaoke vomita una melodía. La canción “Libre” de Nino Bravo y el mancebo, príncipe o similar sube al escenario y exige que, de inmediato, los músicos toquen un vals.
No hay músicos.
Hay un pincha discos pincha rata que busca y rebusca y no encuentra.
—Ya mismo me consiguen “Danubio azul”, grita el mancebo del cual ya no quedan dudas: además de príncipe es malhumorado.
Y despótico.
Y bastante maleducado, aunque en el sueño de Mafalda es diferente: amable, apuesto, encantador, fino, y gallardo (caballero)
El pincha discos baja la canción con el E-mule y por fin suena el vals.
Uno, dos... uno, dos...
La lala lalá, lalalala lalala lalá...
El príncipe otea las mesas. Cientos de doncellas (que también sueñan pero no son obesas) lo miran con pasión.
Con ilusión.
Esperanzadas.
Jaime, que así se llama el príncipe de todos los sueños de todas las doncellas, excepto de Mafalda quien todavía no ha soñado su nombre (y no parece tener la intención), se queda observando un largo rato.
Su mirada se nubla, la mente se le pone blanquecina. Una vecina de mesa de Mafalda comienza a aplaudir. El resto de las doncellas la siguen.
Zapatean.
Abuchean.
Todas las doncellas. Todas menos Mafalda que sigue en silencio, casi inmóvil mirando a su mancebo apolíneo, príncipe de alguna comarca.
El vals termina y el príncipe no sale de su letargo.
El pincha ratas se aburre y pone una cinta de música techno industrial argentina.
Al palo.
Al re palo.
La argentinidad.
Todos comienzan a bailar. Todos menos Mafalda y el príncipe, que súbitamente despierta y la mira.
Sobresale. Mafalda sobresale.
En todo sentido. Se destaca.
Por sus dimensiones y por su quietud.
El príncipe le hace una seña para que se acerque y Mafalda, avergonzada, escapa por la salida de emergencia, minutos antes de que se desate la tragedia.
Se produzca la catástrofe.
Se desencadene la gran calamidad donde mueren todos.
Todos menos Mafalda que despierta, se incorpora, se arrodilla, cruza las manos y recita:
La burra al trigo, el trigo al molino. Otra vez vuelve, otra vez sopa...

archivado en: el escarabajo que todo Kafka debe llevar consigo, si es de oro, debiera llevarlo Poe