23.2.09

Amurados

Cada una de las palabras ha sido un arpón que perdió su agudeza con el óxido, y así y todo, la búsqueda es la de nomorir. Zona oscura del paraíso. La perfección que amamantó a la muerte.
Carlos (Aste) Viturro

Lo que permanece, más allá de esas hojas raspadas tinta china y crayones dibujo de historias la tierra abismal melancolía esos actos pequeños heroísmo paspado imperceptible, vaso medio, vaso lleno, vacío. Permanece ante lo provisorio efímero parece injusto, sólo apariencia, nada parece... todo es.

Está todo bien, querida. Ahora el fantasma, sí es Macedonio de frutas (de estación). Fijate, nos ve y se caga de risa. ¡Un respeto!, diría, pero no dice, aunque dice: escuchalo.

El fuego no se apaga, la casa está protegida y todo sigue su ritmo, los días, las risas, las bromas, el ejemplo para todo, de todo, por sobre todo, lo que permanece, está aunque duela o parezca ausente, está en nosotros, más allá de todo blablablá, de toda lágrima, de la pena y la bronca, el desconcierto sorpresa.

¡Qué tristes solitas se quedan la almas vivas que esperan en fila mientras ven que se van los amigos!

Elijo un recuerdo: —¡Pero que mujer tan hermosa! ¿Te acordás loco, cuándo me teñí rubia, esa noche de pocos y tarta frutilla, humo y un año más?

Me quedo con él y memorizo la voz, el tono, no es inútil la piedra ni el deseo, la ilusión no es inútil.
Morir es un paso más del pasillo largo que seguís recorriendo.
Y suerte en el viaje, que sea más leve, que venga aventura, un sitio mejor, te animes temprano, que todos al fin aprendamos.

Hasta siempre, querido, nos vemos... cuando sea.