21.2.08

Tutiplén de ramos generales pero no tanto

De Olivos a La Lucila

El desvarío de una voz insurgente traducida en onomatopeyas, o fragmentos de palabras, tan pasmosamente iguales a aquellas otras que una vez supe, en otra parte, en otros días, tan distintos a éstos, cuando en el cielo aparecían cristales repartidos de una puerta que no llevaba a ningún lado y los relojes daban cada uno una hora diferente, contraria a sus agujas y al sentido.
¿Por qué en lugar de un recuerdo dulce me queda esta trasnochada sensación de mosca muerta sobre sopa hipotensa de hospital?


Liberen a Willy

No hay razones, no las encuentro, no es necesario el apareaje permanente. Las redes sociales y la boba cantinela que repite: esto es la vida, así somos, ampulosos, pendencieros, tiernos, malhumorados, imbéciles secuestradores de sueños que no valen ni un mango de rescate y dejamos morir de inanición.


Ma’ sí... andá cagar

El primer sonido que escuché de esa sonrisa me instó a penetrar, revolcarme en dos pupilas dilatadas, rojas como diablos y vergüenzas.
Me veo tonteando lágrimas entre humos de escapes porque es tarde y los ojos son visiones de serpiente. Un médano lascivo, parcela de la abulia. Me entrego. Circuncido los corales, matizo en sentido inverso a la fragancia del atardecer, reciclo la penumbra. Ahora que he encontrado la certeza envuelta en caracoles, no sé lo que buscaba debajo de las piedras, no sé si sonreía o me inventaba insuficientes suficiencias. No sé que tipo de respiración artificial debí aplicar para darme el gusto de morirte y de matarme en eutanasias. Hay amores que debieran ser abortados, aunque dios no lo permita y demuestre que no hay símbolo al que asirse que no sea extremadamente cruel y vengativo.


O al menos que llueva

Yo he cumplido mi parte. Hice árboles, hice hijos, hice perros, hice libros, hice un millón de papelones, y amé, por sobre todo, fui de mí la mejor y la peor versión. Ya cumplí. Ahora quiero jubilarme y escribir una novela que hable de inventos increíbles como vacunas contra el deseo. Ya cumplí, ahora me toca un poco de amabilidad de tu parte, mundo. Es justo. Es necesario.


Perfidia

Tengo una sed inagotable. Sé que (sólo por hoy) lo haría. Extraño el ardor en las entrañas, extraño el exabrupto, la infinita desprotección, el aullido, el reclamo, la puteada, el enojo, la violencia, extraño traicionar esta apariencia, extraño la belleza de lo oscuro.


¿Qué la trae por aquí?

Con un soplido débil arrancaste de cuajo los carteles que anunciaban la abolición de la tristeza. El cielo lloró sus chispas satinadas y las manos se me derritieron de puro abismo al tantear con aleteo náufrago el lago inalterable de tu tiranía.
No demoré en reclutar los monstruos que había guardado en el ropero, desafiné los pianos que te presentían y recorté figuras nuevas para hacer fotomontajes donde habían quedado huecos despistados.
Nunca más será el rocío tuyo el que empape mi mirada. Tiernos caníbales rodean mis despojos, me encierran y apuntan sus lanzas hacia fuera. Para que no entres mientras pinto otros carteles de acuarela.


Somewhere over the rainbow

Yo no sé querer. Soy desmesurada. Hago ruido, en esto me parezco mucho a mí cuando madrugadas, en puntas de pie, sin encender la luz, intentaba pasar desapercibida y despertaba a medio mundo quedando en evidencia. Mi vómito enchastraba el camino de baldosas amarillas que en lugar de a la ciudad esmeralda me llevaba al mareo y al desmayo, al blanco y la resaca.
Así, como no sé beber, es que yo no sé querer.


Mother and sister

—¿Me podés buscar la luna, por favor?
—¿Quéeee?
—Que levantes el culo de la silla y me ubiques la luna, eso digo.
—Ufaaa...
—Fijate si está en el patio.
—Sí, acá está.
—¿Y está entera?
—¿Quéeee?
—Dejá, dejá que me fijo yo.

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