28.7.04

Me compré un plan trabajar y me lo dejé en el Subte B ( recordando los tiempos de hermanos aquellos)

El Conde que montó a Cristo se escondió en el estuche de la guitarra de Paco de Lucía. Allí conoció al espíritu del maniquí Cecilio, un muñeco de lo más verborrágico y pelotudo que bailaba en las tintorerías de Córdoba y Talcahuano.
Al Conde lo perseguía la mala suerte y se sentía muy cansado. Además tenía varicela
              - No quiero comenzar nada nuevo, le decía a quien quisiese escucharlo.
Cecilio no le prestaba atención (era un maniqui muy egocéntrico) y el Conde, harto de sus desplantes y de la expresión fría de sus ojos, lo degolló con un tramontina sin serrucho ni dignidad. Se llevó su cuerpo a un desarmadero de autos de Warnes y le pagaron por él con patacones de la serie A que estaban ya vencidos.
Quiso suicidarse pero le salió el tiro por la culata y sin querer mató a John Lennon.
La cabeza parlante de Cecilio había quedado en el estuche.
           - Con gusto me comería una empanada de jamón, repetía a todo el que quisiese escuchar. Pero allí no había nadie y, encima, el Noble Repulgue (que de noble no tenía nada), estaba cerrado por desinfección.
Al poco tiempo, el Conde volvió porque lo extrañaba. Y vivieron felices para siempre.