22.4.04

Michelle

Primero fue el destello que aclaró el cielo por un instante.
"Como el flash de una cámara fotográfica", dijiste.
Me tendiste tu mano, asustada, ante la proximidad del estrépito.
Las fuerzas naturales, el cielo partido al medio, dejó entrever por ese hueco, algunos dioses jugando a la ruleta rusa.
Uno de ellos apuntó a su sien y escuchamos un bramido furioso en el instante preciso en que la bala instaló su destino.
No hubo sangre. Sólo cayeron, entonces, gotas pesadas que eran cómo lágrimas frías.
Retiraste tu mano, aliviada, de la mía.
Y el sol inventó nubes negras con forma de dragones y de templos.
"Que se jodan", dije y tus ojos se volvieron como estrellas.
Las armas las carga el diablo y, se sabe, éste no es amigo de los dioses.
Esos mismos dioses que recomenzaron la segunda ronda en el momento exacto en que volví a tomar tu mano, nuevamente, por las dudas.