17.2.04

Sinfonía del duodeno

El desierto de febrero es un magma que exhala sus sales. Momento de reflexión, de bautismos. Si bien hay un sindrome que me paraliza y en realidad quisiera hablar sobre postergaciones, deseos y cucos verdes, no hay manera. No me sale la tristeza en estos últimos tiempos. No me salen los poemas. No me sale nada más que esta vacuidad simple y diaria que me limita la creatividad de los malditos
Y para qué engañarnos. En definitiva estos dimes y diretes absurdos son los que vuelven interesante la amalgama en cuestión.
A veces son como en una película a la que le han cortado las partes divertidas: donde el prota le sonríe a ella, donde la prota se compra un sueter, donde nace algo o muere un malo. O como una película pakistaní.
Otras, en cambio, son como en un musical con odaliscas, baños de inmersión y sábanas de raso.
Así que, en definitiva, creer que todo tiende a empeorar es un derroche de bambolla. Porque al final si hacés la cuenta vas a ver que las columnas están bastante derechitas. Aunque sean jónicas.
En una columna se desarrolla la escena en que Máxima le dice que Ella también tiene posibilidades de ser princesa, que lleva todas las de ganar y que en realidad no es cierto que su holandés sea bueno como dicen los diarios. Todo es muy lindo hasta que Ella despierta y tiene que ir a trabajar.
En otra columna está escrito que los pactos hay que cumplirlos, pero por las dudas es bueno tener siempre a mano la línea de emergencia, o el 113, si no tenés reloj, o el 114 si se te rompe el teléfono.
Mientras tanto, Penélope Lamour se ríe del cotorrerío desde su autito rosa. Se le rompió el paragüitas pero no le importa porque adora la lluvia cuando le despeina el brushing.
Estoy atravesando una etapa sumamente frívola. Si no fuese por el nuevo hormiguero o la gotera insistente, me dedicaría a cultivar el espíritu. La última vez que lo hice nacieron brócolis. Los gratiné y quedaron de re-chupete.
De todas maneras es necesario, de vez en cuando, filosofar sobre cuestiones de trascendencia suprema.
Suprema Marylan, sobre todo.