3.4.02


Hay veces en que uno se cansa de ser ingenuo, a pesar del tiempo en que nos acostamos con esa especie de temblor que nos dió alguna ilusión nueva. Uno debe creer, eso dicen, porque la esperanza es la que hace que haga rato que estamos aqui rompiéndole las bolas a la muerte.
Por eso la chance parece no ser jamás la última y lo que das te deja los agujeros vacíos de palabras.
Pero cuando el silencio es toda la respuesta, los ojos se abren y los manotazos son los del ahogado que no quiere asirse a la tabla y tampoco que un tiburón le coma la vida. Era bueno cuando en Mario Bross uno comía vidas tras otras. Era un juego.
Uno a veces tampoco entiende dónde está la trampa. Cuanto mejor es la intención, más amable, más benéfica, es cuando el culo del intento te queda como una flor.
No hay que pedir perdón jamás.Ni perdonar a nadie. No hay que olvidar ningún rencor. Tampoco hacer promesas y mucho menos
aceptarlas. Salvoconducto asegurado para no pifiarla. Fijarse bien si los esfuerzos valdrán la pena y si existe la más mínima duda de que así no sea. Abstenerse.
Nadie cumple ninguna cosa. Los planes son producto de una euforia momentánea y estúpida. Si lo único que podías pretender es que al menos no te doren la píldora, ya sabes que no es posible. Hay demasiado garca dando vueltas, incluso, muchas veces son esos que dicen quererte.
Hace un tiempo tenía unos sueños por los que puse lo mejor de mi. Fue buena la sensación, no me quejo.
Aprender a andar con cuidado, aprender de los gatos, eso intento. La desconfianza es el mejor abrigo para los días en que el frío se te mete entre los huesos.
Hoy tengo otros sueños, que son casi en blanco y negro. No voy a dejar que me utilicen. No pienso entregarle nada a nadie, sin estar segura. No pienso volver a estar segura. El precio que le he puesto a mi capacidad es tan alto que no habrá quién lo pague.
No voy a volver a aceptar promesas, ni a dejar que me confundan con palabras bonitas.
Es este un buen comienzo. Nada tendré que reprochar. Seré una hija de puta más, adaptada al espíritu enconchado de esta selva
llena de parásitos que te van consumiendo todos los fluidos, hasta dejarte como un sorete de perro bajo el sol.
Y volveré a jugar al Tetris, que es lo que siempre me gustó hacer, por sobre todas las cosas. Mario Bross es demasiado ingenuo y previsible.