23.8.10

Óleo calcáreo

Atacar uvas.
En medio de esta pasmosa claridad, un exceso mal no le vendría a este indigente pensamiento.
Promesas y corrupción de deseos mientras se pudre el occipital preñado de tatuajes que llevan todos misma forma, olor, la transparencia.
Caliente.
En el peor de los sentidos donde ansío ver "tigres en la lluvia" si es que la ventana me fuese permitida, como cuando ya nada tenía importancia y la vida estaba devaluada al límite de no querer.
Pero hay ojos que recriminan mis secuencias, una puerta y un mensaje descolado. De no ser por todo esto, esta noche mataría alguna cosa que me lleve.
Pero no es lo prescripto, sino un rebote pasajero, esquirla de ayer ante la visión, las ganas del ámbar que iba y venía como caramelitos de una caja que ya no se abre más o el hundimiento del Titanic en remake de bajo presupuesto.

Entonces:
¿Cómo hacer para atenuar un poco la sensación de legitimidad, apacible normalidad de un instante destemplado donde la luna se cae en el mar y se derrite como plástico candente?
Protección: del vaho de la pena, pantalla atiborrada de file not found, altar cuyas velas a lo lejos van desapareciendo.
Tal vez, si la encontrara, no habría este apetito de ser torpe, limitar el cielo, seccionarlo en cuadrículas desiguales como estrías. Tal vez, sólo tal vez, el exceso necesario sólo fuese el de tus manos acariciando el sueño de hace noches cuando no sabía dónde estaba, ni quién era, la hora, el camino a recorrer para que el roto no siga buscando descocidos.
Para volver a hacerme tierra e intento por recuperar la ruta de ramas pequeñas que hacen chispas y aclaran la cabeza, el sendero del agua, el quejido de los árboles antiguos.

En retrospectiva, volver a verme en el espejo de los siete años de desgracia me enfrasca en la mirada turbia que ella tiene, en demasiada lágrima soltada a mansalva, puñalada cagona del destino que inventé y quise destrozar a cachetazos contra la fiebre de mis músculos cansados de desvanes oscuros, de esperas adormecidas en la nada, de vacuos y confundidos segundos de entonces.
Cuando malgastaba cada una de las pecas de la piel en pesadumbres que alimentaban a los lobos y me dejaban con hambre.
Cuando mi exceso y yo éramos una sola franja de la camiseta aturdida, la tristeza y las ganas de ser en otra parte.
Cuando era un poco más vulnerable que ahora mismo y pensaba en cosas como estas.

archivado en: pero no

19.8.10

En este estúpido viaje de amor

Antes que los ruidos revuelvan el juicio de tímpanos gastados, barajen tramposos la memoria que solía ser perfume, reviertan las loables, pretenciosas y soberbias intenciones de hacer del mundo el mundo que elegimos y el voto en un lugar que nos perdiese en adjetivos más amables y no este naufragio, asfixia muda de ilusión contracturada y blanda como chicle.
Antes de que lluevan elefantes que aplasten las puntas breves de los dedos que apoyamos en pieles dormidas en la orilla de un mar que anunciaba tifones y no vimos; de lo endeble, frágil sueño que se agote cuando duerma y ya no pueda desplegar multicolores, ni canciones, ni holamores desayunos.
Antes de sentir el frío de la ausencia, la falta y el castigo, la ira inexorable que hace nido en la palabra, en la queja, en el miedo al mal recuerdo; que los parches se hagan naturales, se ajusten algunas pocas tuercas, se congele el pensamiento, la desidia se esconda entre los dientes en tangible sensación de lo triste de un final muy señalado, y se anuden otras cuerdas que mantengan equilibrios que dan pena.
Antes de empeñarse en el ingenuo capricho de la inercia, telaraña que enreda los deseos, que la plaga desbaste lo que queda, que no quede tiempo ya de agradecer los buenos cielos, los colchones, los frasquitos y sus flores, la sonrisa chocolate en la penumbra de un cine improvisado para manos amarradas.
Antes que la duda sea certeza.

archivado en: siempre nos quedará atmosphere