23.4.08

Tutiplén ref: google

O mais belo poema dedicado ao jardinero

A pura menta extiendo los brazos del naufragio. Las formas de la ausencia parpadean luces estentóreas. Una tienda subterránea esconde nuevas dignidades, improntas de lo que vendrá a ventilar los días rancios. Sé el significado de la espuma con solo imaginarla reflejada en los ojos que vi una vez sola. Siento el rugir de olas que podrían abrazarte hasta hacerte de mi abrazo el centro, el infinito, la fuente de confianzas.
Sólo resta encontrarte y que me veas.


french y beruti wikipedia

Resultó que el encargado del reparto era un tipo que tenía dos cabezas y una canasta de escarapelas que, si las mirabas fijo durante diez minutos y después apuntabas la mirada a la pared, te hacían delirar como un enamorado.
Una cabeza, la de French, era la que casi nunca pensaba (sobre todo en días patrios o momentos clandestinos) No quiero decir con esto que tal proba prócer cabeza no tuviera la capacidad de razonar. Sólo sucedía que, de las dos cabezas, ésta era la que se enamoraba.

La otra, de Beruti era cautelosa y dirigía la orquesta de relojes (sobre todo en días hábiles o entretiempos). Esta cabeza era la que siempre debía irse de raje a cumplir con epopeyas deportivas, a pasarle el plumero a las canillas, a escuchar lamentos caché fijo. Esta cabeza nunca tenía tiempo.

Resultó que el escribiente de la historia no contó lo más sabroso del asunto: mientras las cabezas se aniquilan una a otra, no se llevan, no se entienden, una sufre, la otra más, mientras juegan a qué nuevo desencuentro inventarán y matan cucarachas a patadas, yo trato de llevar registro de la historia y por suerte no soy revisionista.


Recetas de caramañolas

—¿Los psicólogos son una especie de asesores del alma?
—No sé, no conozco ninguno.
—¿O serán ascensores del alma?
—No sé, no conozco a ninguno.
—¿A ningún ascensor?
—No, ningún asesor.
—Entonces: ¿a qué piso va?


postales+para+decir+que+es+un+terrible+pelotudo




mis recuerdos de solferine

Voy parada, apoyada en el respaldo del asiento. Es un lugar privilegiado para quién va parado en hora pico un rato antes de que el tren salga y se apelotone gente. Una señora está enfrente. En el lugar privilegiado opuesto al mío. Lleva una rosa con una tarjetita.
Leo:
Escriba aquí la mal
vida y atéla a la

Me falta una parte. La tarjeta está doblada, la mina no se mueve, carajo, necesito saber que dice la tarjeta. La mal… la mal… ¿Cuántas palabras hay que empiecen con mal y que encajen con vida?
¿Maldición? ¿Qué clase de tarjeta es esta? Necesito saber.
La curiosidad hace que no pueda concentrarme en el libro que estoy leyendo. Me siento en cuclillas como si estuviera muy cansada, la mina me mira, se dio cuenta de mi artimaña y se pone de costado. Hija de puta, me lo hace a propósito, me está tapando la tarjeta. Voy a morir sin saber que dice, las rodillas me tiemblan, tengo que levantarme, volver al libro, el tren está por salir, no hay demasiada gente pero dos trabajadores de cablevisión se entrometen entre ella, la rosa, la tarjeta y yo.
Estoy perdiendo las esperanzas. Tengo ganas de acercarme y preguntarle pero no me animo. No sé que hacer. Estoy desesperada. Necesito saber que dice esa tarjeta. Mierda. No lo voy a conseguir.
¿La maldición de su vida?
¿Que sentido tiene esa frase?
En Martín Coronado la mujer se está por bajar. Es mi última oportunidad. No le quito la vista de encima a la tarjeta. La mujer se planta en el pasillo, despreocupada, por un momento ha olvidado taparla, o bien se apiadó de mí. No lo sé, no me importa. Estiro el cogote y finalmente leo: “Escriba aquí la maldición de su vida y átela a la rosa”
La mujer baja. Con su rosa y su maldición atada.
Me siento peor. No sé de que se trata. A que iglesia o secta o qué tipo de conjuro es ese.
Y quiero saber.
Llego a casa y busco en Internet. En Internet no hay nada. No sé dónde buscar.
Voy a morir sin saber.
Mierda.
Esa mujer me pasó su maldición y se fue lo más pancha.
De eso se trataba.


cuanto tiempo dura un papagayo

Que lindo es suspirar, bostezar y respirar tan profundo que al aire lo sentís hasta el fondo y te da un pequeño sacudón. Bailan siseos en el patio de los pulmones justo donde el humo saca a pasear sus alquitranes.

archivado en: el estado de ánimo del gato apenado que duerme