17.1.08

Desgrabación del cáñamo

El word arde incoherencias muy lógicas. El cuadernito nuevo: 10 páginas que sólo yo puedo traducir.
La noche terminó hace una media hora y estoy menstruando la sangre de San Genaro. Creo, no estoy segura. También es factible que esté ovulando al espíritu santo.
Eso es lo que me gustaría: algo con cierto grado de responsabilidad universal, una empresa superior.
Ponele, mis óvulos están perfectamente diseñados para un plan celestial pero como no soy creyente resulta que no van y le dan la gracia divina a otra.
Yo no sé, pero siempre me pasan este tipo de cosas. Y ojo, no es que yo no trate. Mis buenos esfuerzos hago por creer. Pero no me sale.
Está compensado. El universo tiene sistema privado y sistema de reparto, pero igual no hay posibilidad de elegir.

Entre tantas muertes honorables y un poco más heroicas, morir por causa de la picadura de un mosquito me parece una de esas mariconadas imperdonables, típicas de personas débiles y de alergia fácil. Estoy cansada de la fragilidad.
Cocktail de biletán enzimático, desalergín, alplax e ibuprofeno (este último por las dudas que me vaya a doler alguna actitud inesperada o cualquier otro tipo de avatar de la vida).

Todo me parece demasiado congruente y hace como cinco minutos que dejé de mirar el reloj, de cronometrar cuan lento es el tiempo en los momentos exacerbados cuando la mente corre tan rápido que pensás media vida en minutos y llegás a conclusiones sorprendentes que después olvidás porque en el camino, en la carrera, se pierden los detalles más importantes.
Aclaro que todo esto estaba plagado de palabras brillantes y sumamente ilustrativas, pero sobre todo poéticas y paradigmáticas. Pero de eso se trata, justamente, de cómo se pierden las cosas, de lo que pasa desapercibido, de lo que no llega a retenerse por más que trates de atarlo o ponerle grilletes.
No importa. Yo sé de que hablo. Me dice: —look at me, look at you y trato de entregarme a Love and Rockets.

La mente no puede procesar recuerdos anteriores. Algo así es lo que quería decir.
Y está bien que así sea, porque en general los recuerdos o no son de lo más amables, o son una simple intrascendencia.

Por último: estoy enojada con una expectativa que puse ahí, sabiendo que el lugar no era apto, que estaba húmedo, que se llovía adentro. De la expectativa no me acuerdo bien. Del color, de su textura, su tamaño.
Del lugar sí me acuerdo.
Aceptame un consejo: no vayas ahí, a menos que sea estrictamente necesario.

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