2.11.06

Petite Tutiplén Trianon

El Comandante de tu parte de adelante
Andrés Calamaro

La enóloga gay (título cedido gentilmente por laviga)

En este sencillo acto queda inaugurada la época de vacas gordas, de manteca al techo, de buenaventura, de fantastic, de salubridad y, por sobre todo, de amor, cepillaje y telefonía móvil.


Chequeando la marea

Entonces, cada tanto en vez, me parece interesante, y lo más importante: factible, la posibilidad de vivir fuera del teleteatro, e incluso, hasta puedo mirar a los actores desde un cómodo sillón y pienso que el drama o la comedia pueden ser algo que les pasa a otros.


Qué noche la de anoche

El -1 siempre es mejor que el +1.
O al revés.


Todo lo que va entre corchetes es terapéutico

De ahora en más. En los momentos de profunda desazón, cuando la angustia se apodere de mi esencia curvilínea, en cada uno de los instantes de sobredimensionado pesar, voy a comparar mis quejas con lo que podrían ser, de haber sido yo depiladora.
No hay profesión más indigna que esa.
Ningún ser humano merece afrontar el momento de la tira de cola.


Proforma del amor (sin tapa)

Fui a Barrancas de Belgrano a conectarme con la naturaleza, a recibir la energía cósmica extendiendo mis brazos hacia arriba (que es dónde se acumula más) para, de esa manera, encontrar mi animal de poder, animal que me ayudaría a reconstituir el YO individual en un contexto de universalidad próxima al núcleo del asunto.
También fui a tratar de conectarme con algún señor divorciado que estuviera o estuviese paseando a sus niños.
Del animal de poder ni noticias.
Del señor tampoco.
Entonces me fui a un ciber.
Y me conecté a Internet.


El llavero ludópata

La otra noche lloré
Lloré mucho.
Y mientras me sentía el ser más minúsculo del planeta y sufría lo inenarrable pensando ¡qué triste estoy, vivir es horrible, nadie me quiere, ¿por qué me abandonaron?, extraño cuando eras, que porquería que no sea viernes, tengo que trabajar mucho, no gané la lotería, me rajuñó la gata, me duele, soy tan desdichada!; me di cuenta que me estaba por venir.
Y entonces lloré más.
Pero con motivo.

Mordizco de botox

Y todas las inyecciones ochentonas que quieras, que necesites, inclusamente, por ahí, cada tanto, alguna sobredosis.

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