5.8.05

Tutiplén con algunos componentes que siguen vigentes a pesar de un enorme lapso de.

Asurín

Se puede empezar por algunas cosas que parecen insignificantes: se descongela la heladera, se corren los muebles, se abren los cajones, se revisan las bolsas, se desarman valijas.
En un punto el agobio es enorme. Uno no sabe que hacer con todo eso acumulado.
La verdad es que no hay gran cosa: pelusas y recuerdos que no se pueden reciclar, pequeñas esculturas que te escupen fracasos antiguos.
Podes encontrar objetos perdidos que carecían de valor porque los habías olvidado y en tus manos, hoy, recuperados, se convierten en algo nuevo, nuevamente preciado.
Lo mejor es tirarlo todo a la basura, lo mejor es el desprendimiento de todo lo que sea vacuo, lo mejor es no pensar que alguna de esas cosas puede servir para mañana, porque mañana es algo tan incierto que nada de lo de hoy, que nada de lo de ayer, será atractivo, útil, necesario.
Sin embargo queda la sensación reconfortante de ver que algunas cosas están acomodadas, de creer que es un comienzo.

Samsonite

Reconocí la derrota en forma tan temprana que no tuve tiempo de dejar que me lastime. Hoy descubrí que me había jodido tanto, que durante un año la tuve encerrada en una valija.
Abrí la valija y guardé a la derrota en una caja.
Sé que no la he vencido, pero, por lo menos, ocupa menos lugar.
Y además sé que está ahí, agazapada, esperando que me digne a aniquilarla.

Adiestre un camarón

¿Estará bien creer (de vez en cuando) que si el destino está escrito y éste es el destino que toca, el que escribió el destino se quedó corto, le falto un touch, no tiene onda, es un verdadero inepto?

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Entonces se le empezaba a notar un cierto fastidio, se ponía inquieto, como si algo le picara, como si no supiese dónde había que rascarse. La sensación se le hacía insoportable. Tantas horas refrescando, tanto tiempo agitando una mugrosa bandera, esperando que alguien la recogiera, que, si quiera lo mirasen un poquito, allí, tan solito, haciendo gestos, revolviendo con un palito sus propios excrementos.
A algunos de nosotros nos daba pena, pero no la suficiente como para acercarnos a él. Es que, por más loco que estuviera, nada justificaba su olor nauseabundo.
A otros, en cambio, les daba risa.

T.A.L.P.

Como masticando la arena de un mejillón mal curado. Es una sensación que se repite.
Siempre.

Clonazepán on the rocks

Tengo la capacidad de regeneración de un dibujito animado, más específicamente: el coyote.