31.1.04

El feo traspié sufrido por ambos bandos antagónicos

Creo en los próximos cinco minutos
James Ballard

Melifluo Eurnekián y su fiel gatita adherente Diatriba Newton nada sabían de tirachinas ni de cuentagotas, pero conocían bastante acerca del arte de esnifar calas.
Encontrábanse un día en dicho menester cuando se aproximó a ellos, un Acindar de hule que les llamó la atención bruscamente.
-Amor -dijo Diatriba-, al fin parece que hemos encontrado la manera de escaparnos juntos un fin de semana a Puerto Montys.
-Sep. -respondió él

Mientras tanto el poeta recitaba su monólogo en do mayor:

La vista perdida en un cementerio de estampitas oxidadas.
Delante se cobijan los secretos, aquellas tímidas-violentas incertidumbres.
La palabra futuro debiera ser erradicada del almanaque.
Inutiles premoniciones. Imbécil adivinar que forma se esconde tras las nubes cuando sólo proyectan sombras y también cuando se inyectan de pájaros que mueren de calor.
La mente se despierta ante la indigna ortografía del fracaso.
Ventiladores entre nieves que perforan toda duda.
Sólo creo en el instante donde vos sos la mejor agenda y ando despelotado ante tu risa, ante el eco impertérrito de tu risa.
He quitado tantos números, tantos fantasmas borrosos como pieles descamadas que mandé a tomar por culo.
Nada en el ayer me detiene y no quiero ser buena gente.
Sólo quiero ser los próximos cinco minutos.


Con tan bellas palabras, Melifluo y Diatriba se emocionaron tanto que casi lloran, pero no lo hicieron porque debían ocuparse de planificar sus vacaciones.
De todos modos, esa noche durmieron abrazados (al Acindar) y se sintieron plenos como nunca jamás.