7.5.02

Tengo que decirlo. Los cacerolazos son aburridos.
Lo que a mi me gustaba era las manifestaciones del año 82' , ver llegar las columnas de los diferentes partidos políticos, las banderas, los cantitos, los bombos.
La tana y yo nos metiamos en una columna u otra de acuerdo a la cantidad de chicos lindos que hubiese en ellas. Los chicos se encontraban, generalmente en las agrupaciones de los Centros de Estudiantes y, de todas ellas, sin lugar a dudas los mejores, los que estaban más buenos, eran los del Partido Intransigente. Pero igual, como en el alma llevábamos una especie de espíritu "peruca"; casi siempre terminábamos con los de la Juventud Peronista, más que nada porque los cantitos eran los más divertidos y además, porque allí se juntaban los resabios de lo que había quedado del ERP y los Monto.
Nosotras aún no sabíamos bien que Firmenich era tan de derecha como Videla, creíamos en las diferencias sustanciales que dividían a los malos, de los buenos. Y la pasábamos genial, amén que sentíamos que estábamos escribiendo una parte crucial de la historia.
Y todavía quedaba miedo, ese era un aspecto fundamental para el movimiento desmesurado de adrenalina.
Era lindo correr a meternos bajo alguna mesa de bar, cuando los gases ya se hacían insoportables, por más jugo de limón que te pusieras; y las balas eran balas de verdad y podían matarte.
Ahora, a decir verdad, el fenómeno popular es más genuino, porque es casi netamente popular. Millares de argentinos con los huevos hasta el piso defendiendo lo último que queda, la dignidad.
Ahora ya no hay miedo, porque dificilmente se pueda sentir miedo cuando ya se ha perdido todo; tampoco hay esperanza. Se trata esto de la lucha por recuperar un poco de conciencia, por hacerles un poco más difícil la sodomización cotidiana. Y eso tiene su valor.
Los chicos de pelo largo, barba y boina estilo Che, hoy son gordos, pelados atrapados por el corralito financiero. Casi nadie piensa que la unión hace la fuerza y todos están convencidos de que no hay futuro ni aquí ni en ningun sitio del planeta.
Se trata de cuidar el bolsillo. Los que tienen hambre no salen a cacerolear, salen a saquear, a cortar rutas; pero ellos también son los más fáciles de utilizar por los energúmenos de turno.
En un cacerolazo ves a jubilados, empleados, desocupados, rubias conchetas de Barrio Norte que este año no se pudieron ir a Punta del Este, pequeños grupos de militantes de izquierda disfrazados de aquellos que tanto nos gustaban por entonces, y con argumentos tan anacrónicos como inviables.
Mucha policía. Eso sí no cambia. Yo entiendo que estuvieron demasiados años en cuarteles de Invierno esperando la oportunidad de calmar la sed de sangre. Y ahora tienen a una turba vulnerable cuyas armas son simples cacerolas que, joden y parece que más de lo que intentan.
Ahora se ha parado la cosa bastante. Es una pena porque representaba una oportunidad de algo.
De todos modos hay algo raro en el ambiente.
Todo el tiempo me digo que "algo tiene que ocurrir"
Y pareciera que sólo estamos a la espera.
Mientras tanto ocurren cosas espantosas en la vida de la gente.
Y cambiamos ministro y todo sigue igual pero peor.
En definitiva, es lo mismo que en el 82, sólo que a mi, vivir me gustaba más.