10.8.08

Wachumancias

En el horizonte se ve claramente el mar. Esto es campo abierto, sin embargo —fijate—, es agua, hasta se divisan olas tenues y su vaivén. Si afinás el oído podés escuchar como golpean contra las rocas. Es una visión apacible —sentila—, no digas que no está allí porque todo está si podés imaginarlo.

A esto llamaría yo contacto real. La razón te jugará millones de malos tragos, el sabor de la mente es amargo como estos brebajes, el estado de consciencia en carne viva es el que necesitás para ver.

El temor se aleja. No estás solo porque te envuelve la maravilla del universo. Mirala, está acá, en los insectos, las aves, está en el fuego que resopla tantos nombres. Este fuego alegórico que te habla de oportunidades, de cuidados, del proceso natural y equilibrado de vivir.

Más allá, un hombre solo mira al cielo. Dirás que no es un hombre, que es un árbol y entonces sabrás que hay pocas diferencias o ninguna.
Todos somos árbol y el tiempo no tiene límites. Los árboles muertos permanecen erguidos durante siglos. Pensalo así: la muerte deja de ser una presión para vivir aceleradamente.

Todo esto que te cuento yo lo vi. La fuerza de esas visiones tan fantásticas que rondan lo irreal. La fuerza está ahí, —tocala—, todo es si podés imaginarlo, si abrís tus sentidos a todo aquello que pasás por el costado, demasiado preocupado por llegar más rápido al sitio adonde, indefectible, llegarás: la tierra que ahora ves desde otro plano, desde una posición privilegiada, la platea vip donde todo crece en continuado.

Observá: es un colibrí como cualquier otro, se agita rápido y veloz. Pero es distinto: es tu mente la que brilla. Todo está a tu alcance. Con cuatro cosas podés hacer una superproducción hollywoodense. Aire, tierra, fuego, agua. Sólo cuatro cosas. Los efectos especiales corren por tu cuenta.

Las ramas chicas son las que encienden la hoguera. Las grandes la mantienen viva y bella. Miralo bien, el fuego te enseña que hay una medida para todo, que también la pasión tiene su cauce, que el límite está cerca: a unas ramas, a unas piedras de distancia en el camino.
Fijate, sos ese hombre y llevás una carga muy pesada. Sos un árbol lleno de frutos que tendrás que repartir antes de que se pudran.

Si pudieras darte cuenta de que la razón ya no conduce a nada, si pudieras abrir tu corazón e intentar por un rato relajarte de ese centro que está solo y alejado, si pudieras, empezarías a mostrarte más humano, tu fuego no se apagaría, tu brillo, como el colibrí, irradiaría inteligencia y volaría alumbrando la ciénaga donde tus demonios no cesan de reír. Se trata de creer. Yo sé que no es fácil, pero no creer es tremendamente agotador. Es mucho más difícil de sostener. Todo el peso, los frutos que te pesan y la mente convertida en una víbora insidiosa.

El efecto dura lo que duren tus ganas de conservarlo. Igualito que el amor y cada una de las cosas que construyas de ahora en más. Todo es si podés imaginarlo, pero es mejor si intentás sentirlo.

archivado en: momento chamánico-oshico-bucayshengue o los grandes secretos para que la vida misma no te parezca una porquería todo el tiempo, sino a veces o buscando desesperadamente el modo de reunir la suma necesaria para volver a creer, recreer/ar todo lo antedicho.

5.8.08

Tutorial temprano (textual)

Te tocó tu turno, tarado

TRIBUNA

Traías tu triunfo, tal torbellino trepanaba tu tálamo transversal. Tiniebla terrible, te tendía trampas, taburetes tambaleantes, troncos talados te torcían talentos trascendentes.
Tu tango tenía trece tonos tardíos, todos tañían tributos trémulos: tristeza, tufo trenzado, típicas tormentas tamaño triple.
Te traté taimadamente —tuve tal tupé—, te tallé talismanes temblorosos, trituré tolerante tus traumas, toxinas trepidantes, trompadas teledirigidas. Tuve tiempo, también temeridad.
Tu teatro tempestuoso tergiversó temporadas tediosas. Templé tus títeres trágicos, tímidas termitas taladrando territorios toscos.
Tejías traiciones turbias trocando terciopelos, topacios, tules, tornasoles turquesas.
Trunqué todos tus trofeos transmitiéndote ternura. Te toqué trivialidades, turbaciones. Trapecista, trepé tu torso, trizas tu trono, tus tropas tártaras.
—Terminó tu tiranía —titubeé.
—¡Tregua! —tartamudeaste.
—¡Tarde! —tercié.

Trama traducida: tu tren tiene tripulante terca. Touché.

TELÓN

tar-chivado: tonteras turras