6.3.08

Diploma de participación

Es más cómodo viajar en silla de ruedas sobre la autopista de las emociones controladas.
Es más cómodo que andar rengueando por caminos desconocidos.
Es más cómodo internarse en el asilo de las costumbres que seguir recorriendo nuestro miedo a la oscuridad.
Enrique Symns

Esta lluvia finita, pertinaz, hincha pelotas detiene el vuelo de una avispa ávida por clavarme la congoja. No me acuerdo si fue viernes o domingo aquel día en que despedí a la última vez. Me condené a recortar figuritas de revistas viejas; a algunas terminé degollándolas con una tijera de jardín. Otras me las engañé merecedoras de integrar mi álbum de portentos, por si las moscas zumbaran el respiro e interrumpieran algún sueño de los lindos.
Abreviando: ya no quiero que justo en lo mejor suene la alarma y entonces sobresalten las térmicas de eso que parece un cuerpo reposando y puedo tocar, pero no reconozco como propio porque apenas, y atiborrada de penas, sólo veo vísceras y arterias que desatan una danza de apariencias adictivas.

Es posible que sea esta lluvia finita, pertinaz hincha pelotas. Lo cierto es que el cántaro que nunca fue a la fuente, se ha roto y el agua se pierde. El sueño se pierde. La ambición flaquita, la esgrimista idealización, se pierden.
Abreviando: yo no sé qué es esto que parece una serie de canal Retro. Soy esclava del absurdo y a pesar de mantener la vista en alto, hay puñales que destripan y el río que jamás pasará por el living de mi casa, se congela en otra parte mientras redacto promociones de mí misma y seco las botas embarradas.

Y esta lluvia, finita, persistente hincha pelotas que inunda la enorme catedral desvencijada, establecida sobre un campo de narcóticos insomnes. Expuesta a fiebre y desaliento. Expuesta a un universo tan minúsculo como el que yo quise hace tan poco.
Abreviando: acepto la derrota aunque quiera machacar cuatro razones que me ocupan y me muelen como a granos de café, me laten a un ritmo que no tiene más dirección que la del azar. En ese sitio instalo un silencio diferente al del cobarde, un silencio que a gritos dice de atentos los sentidos, de soberanía propia.

Y también de lluvia finita, pertinaz hincha pelotas que se cuela en las hendijas de la cúpula y evidencia la manera más real de repetir lo que se pierde. La historia que se pierde. La memoria enclenque y la fugaz turbación que se pierden.

archivado en: meteorología aplicada