10.8.07

Tutiplén tachado y sin títulos

Se pasea en el aire bajo fondo (hacia el hondo) literal de huesos cancerosos, descalcificados, miran bobos como caen las estrellas, miran huecos, ¡cómo brillan! lucecitas de yogures intestinos que transitan (lento) el barranco de cloacas, van al frío, van al río, amarrados, no se sienten, no se huelen, inodoro collage de tolueno, tu amor a-precio de ángel quedó ahí (en la niebla) deshecho toxicómano se pasea en el aire fango sordo hasta el horno de los huesos, de los huecos, que hubo fuego y las cenizas...

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¿Algo que está pero no se ve, no se toca, no se escucha, no se lee, realmente está?
¿Algo que sólo se imagina, está?
¿Lobo, está?

Y la película, en lugar de tener un final grandilocuente donde alguien muere, todos lloran y hay un plano panorámico que se aleja y diluye del paisaje, de la casa, el cementerio, la película jamás empieza, no hay película, no hay historia, nadie nace, nadie vive, nadie muere.

Y yo quiero me devuelvan mi dinero.
Necesito comprarme una paciencia ahora que tiempo es lo que sobra.

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Ladrones que acechan el tesoro, cuervo hambriento chupasangre de rapiña discontinua que no cede ni una pizca luminaria de descanso, ápice ansiolítico, —nunca olvidan las tareas, siempre andan deseando lo vedado tras cristales que están sucios— veo ahora como mueren los rosales, ni una flor en este año (carajo, era mi año y ya pasó, como pasan los estigmas, las brevísimas faldas primaveras, las asignaturas polcas del espiante) y más luego, en el hilo desabrido del desmayo, cascallar de voces apretadas, el desahucio que se inmola —ya no toquen, ya no sigan, que se callen los ejércitos violines, que se pinche el fuelle y la pendiente del absurdo se haga patria de los parias pobrecitos, sin orquesta, el deslinde, la mañana, piezas sueltas de un mecano inesperado—. Digo basta. El viento ataca sin puñales. Digo basta y me miran los relojes. Digo basta y cambio de canal. Digo basta y no hay señal.

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Posó para la foto y ahora está apretado entre la páginas 298 y 299. Dice Jorge Aranguren, allí mismo: "tan grande y muda como una diosa humedecida"

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Debo pensar que ya pasó cuartodehora-mediatinta, llama apagada en el cacharro de las sábanas, de los soles rotosos patea puertas, debo almidonar el músculo —no duerme—, apilar los núcleos uno a uno, en perfecta armonía ubicar las falanges, vértebras, encías, extremidades, debo ser algo más que carne que se pudre, debo dormir y al despertar ya no ser.

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Macerar la tarde en un mortero de plata con lágrimas de espanto entre destinos de los que se duermen soñando con topadoras que arrasan bosques figurados, se quedan con el brote de la savia y dejan humo, la quema del mañana, la quema de la carne, la quema de la frase intencionada en dirección a ningún lado.

archivado en: rayones de letrina (plagio)