30.9.03

Y la Academia, la Acadé...


Hace muchos años que dejó de interesarme el fútbol.
Exactamente desde que Racing ascendió (a mi me gustaban los partidos de la B, me iba con Luly, mi amiga devenida en tana, todos los sábados a la popular de Vélez), pero de todas maneras no dejo de tomar como algo 'personal' cada una de las veces en que el rival es Boca y no dejo también de desear, en lo más profundo y podrido de mi corazoncito perdedor, esa especie de milagro de ver a los bosteros sodomizados por el equipo que heredé de mis ancestros.
El 1 a 4 me dio que pensar. Fue una sensación rara.
El 1 a 4 me puso, en cierto modo contenta.
Este tipo de cosas son las que me mantienen en armonioso equilibrio.
Saber que nada que uno desee se va a cumplir, tener la clarísima constatación de que al destino no hay con que darle, que es mal bicho, cruel e infame y nosotros no, nosotros somos buenos.
Porque Racing nos hace nobles, nos convierte en una especie de mártires, o aun más, nos hace pequeños Jesucristos sangrando sueños despedazados.
Por eso está bien. Está bien tener la ilusión previa y está bien que se frustre, porque de eso justamente se trata el dolor.
Aunque yo no sufro, a mi me gusta que Racing pierda y me regocijo aún más cuando pierde bochornosamente contra Boca, me revuelco en la inmundicia del gozo descomunal que me produce esa especial humillación.
A mi Racing me hace mejor persona.
A mi, el fútbol dejó de interesarme hace muchos años.