21.12.02

En definitiva, uno hace estas cosas para disfrutar de momentos como el del recreo, como aquella noche en el María Pandora y como otras tantas de otras muestras.
Uno descubre que su poder de convocatoria es más estrecho de lo que pensaba, pero que es suficiente, es exactamente lo que uno quiere.
Fue la muestra con menor cantidad de gente de la historia. Pocos, pero buenos, los verdaderos amigos, ni más ni menos, suficiente y hermoso.
Un par de ausentes con aviso y muchísimas ausencias medio inexplicables. Poca sorpresa, flores y pizza con cerveza y coca cola en la parte que más me gusta que siempre es la de reunirnos en casa.
Guitarra y risas, historias que se cuentan por milésima vez, miraditas cruzadas: una, dos, tres, diez. Todo extrañamente natural, como suelen ser las cosas cuando son verdad.
¿La muestra? No lo sé, bien gracias. No tiene importancia. los cuadros son cadáveres, el laburo es una anécdota.
Los que estuvieron detrás del laburo. La gente. Sólo la gente cuenta.
Cerrar un capítulo, no está nada mal para terminar este año de tanto encontronazo con la vida. Ejercer por una noche la vocación de reina de la primavera para tres o cuatro, es una maravilla.
Ahora, a otra cosa, sabiendo que el fracaso está asegurado pero, aún así queriendo intentarlo de nuevo, porque la reincidencia es parte de todo este asunto. Teniendo bien claro quienes son los que están apuntalando. Viejos amigos de siempre, nuevos amigos instalados definitivamente en los huecos que quedaban. Queridímos amigos que aún muy lejos en distancia logran que eso sea un detalle omitible. Porque el calor cruza el océano y se hace sentir en cada momento.


Unas gracias mayúsculas a Lau, Yael, Gus, Roly, Ale, Irene, Eduardo, Lapo y Vindi
Un abucheo general y de poca importancia a las malas excusas en las que no creo.

Lo importante es otra cosa. Y eso está claro como nunca.