14.8.11

Desa(r)mable en particular

Pero no es la soledad de estar lejos, sin persona alguna rodeando la tierra, no la del náufrago ni la de la anciana que ha perdido a su marido y aún no se ha enterado que hace años no son dos los que duermen en la cama y cada noche dice, reza: "que descanses, viejo"; es la del sueño que no viene ni se inventa porque no hay primicia en nada nuevo, todo ya se ha pintado, se ha piantado como veneno espiritual en la coraza de la carne y la siembra, la siembra, la bendita siembra que no llegó a brotar y te dejó las manos vacías de cosecha, de sorpresa; tampoco es la del que pasa por la plaza y no ve un solo niño en las hamacas que sea suyo; no, es otra soledad —vos me entendés—, es la del hueco, el ojo frío que te mira, la rigidez de un universo tan inmenso que da miedo —sobre todo—, la certeza de saber que el Ángel no tocará a tu puerta, a tu lira, que el glaciar está disimulado entre los pliegues de tu pecho, en un asilo de pájaros ominosos donde ella es la reina aunque no cante porque ciega no conoce la estampida, la estampita de los trinos y la grieta, la grieta, la maldita grieta que no puede convencerse y busca en un suburbio tan igual, tan repetido que da asco.

archivado en: ni siquiera las mandarinas tienen superpoderes

8.8.11

Pensando en vos como quien recuerda una película que vio hace siglos

Subo una escalera invisible montada sobre un reloj que no marca ningún tiempo. Detenido.

No sé si eran anís o hinojos silvestres lo que destilaban tus ojeras.
En tu cuerpo, demasiadas cunetas que sortear hasta llegar a la sutil pendiente de tu boca.
Como buena devota de la religión de tu mirada, recé plegarias hasta deshacerme las uñas a mordiscos. Como en exceso de jabones y agua tibia, arrugas que no resistían implantes siliconados, que no resistían.
Y los rezos se hicieron gritos, alaridos suplicantes: mas aquí estoy y en este antro no hay más que una forma de humo dulce que traslada la razón hacia otra parte, al sitio donde los caminos jamás se cruzan y no hay choques, accidentes, sólo un ligero dolor en la columna que no cesa de expandir sus tumores, sus temores al desplome.

No sé si eran de cerveza roja o de te de manzanillas tus alientos acompañabesos. En tu mantel de flores diminutas ni una miga dejé cuando fui ausencia, sin embargo sé que todas las paredes esconderán por siempre los gemidos, la desesperación, el desconsuelo de no haber visto los hilos invisibles que tejían las arañas en el momento simultáneo en el que repartíamos las cartas de un mazo sin comodines y sin ases. Mi corazón no admitía conservantes, los alcoholes se apartaban del hígado vicioso, cretino toxicómano que no comprendía mi crueldad tan abstinente.

El no recordar de tu rostro más que la sinceridad de una persiana fría de metal es un indicio que me planta en el sitio donde las orquídeas mueren a los tres o cuatro días.
Pero algo sí recuerdo bien y es la mueca malévola del descorche, la mirada defectuosa, el asfalto moviéndose obstinado mientras miles de racimos de uvas eran pisoteados por los perros baldíos de tu barrio.
Y esa esquina donde un hombre cantaba profusamente desafinado. El alivio de reversa alejándonos del ruido.
Oído finito como el sendero de esos pocos días que agosto gastó en el despropósito de jugar a creer que era posible construir el engranaje de un reloj donde tu tiempo y el mío estuvieran tan sincronizados como la luna y las mareas. En movimiento constante, perpetuados en abrazos sin conmiseración hacia el azúcar de la noche que parecía un sueño ideal como son los sueños, o la ilusión más ingenua.

No sé si habrá manera o atenuante. Es medianoche y todo suena efervescente si lo imagino en cercos de flores aromáticas, pero es la media muerte la que invita con sus copas desapacibles, en un mundo retirado fraudulento, que fatiga de sólo erguirse frente al poco ser de cada peca peregrina de mi espalda y mi cansancio.
Los portales, la luz azul de las farolas, toda la avenida enchastrada de tus pasos, tu sonrisa, ahora recuerdo tu sonrisa de dientes pequeñitos.

El llanto es demasiado mundano para esta paz que está a unos poco metros. Hay quién prefiere a los muertos, yo prefiero cuadros que también son cadáveres pero no duelen, apenas apestan a trementina y óxidos carbones. La diferencia es tan sutil como inasible.


Subo una escalera invisible montada sobre un reloj que sólo marca finales.
Y sigue su marcha contraria a las agujas.

archivado en: entretiempo melanco

5.8.11

Tutiplén via Crimson

Matte Kudasai

Sentís algo en la parte alta del estómago, como cuándo ves a un muchacho que te gusta mucho, mucho, mucho.


The Sheltering Sky

Cósmico. Como para volar en círculos rodeando una montaña mientras reventás globos de helio dispersos, abandonados, lejos del mundo, sin posible migración ni pasaportes.


Discipline

El bloglines es como tener la televisión permanentemente encendida y hacer zapping sin ver absolutamente nada.


Elephant talk

Creí que era de mi tamaño y resultó tan chiquitito que cuando me lo puse se rompió en mil pedazos.


Frame by frame

Temblores en todo el cuerpo, la vista se nubla apenas, te sentís liviano, el tiempo se ralentiza, los pensamientos juegan a la mancha, hacen una ronda, círculo vicioso como un domingo y olvidás la pava en el fuego, el agua se evapora y la pava se quema, se quema, se quema…


Indiscipline (i like it)

Si por mí fuera, si por este instante fuera (en dos días se te pasa) lo volvería a hacer. Pero ellos no me dejan. Él no me deja. Ella no me deja.
Sí por mí fuera…
Sí por mí fuera sería rebelde, indisciplinada y me autodestruiría en 5 segundos, como la cinta de Misión Imposible.
Si por mí fuera…


Thela Hun Ginjeet

Y acá una especie de danza indígena, médicos brujos del amazonas, drags queens, freaks, una comparsa, unos cuantos murgueros, culos hacia las cámaras de televisión, va con ritmo, va así, así, así.
Y dedos veloces como un rayo.


Ladies of the Road

Con los ojos cerrados vi a una amiga de papá que era cabaretera. Me regalaba lentejuelas y mostacillas. Fue la primer mujer que yo admiré. Hoy debe estar más muerta que el viejo, y no sé por qué vericuetos de la mente me acordé de ella, de quién no sé siquiera el nombre.
Lentejuela. Así voy a llamarla.
Yo las veo desde adentro. A sus lentejuelas.
Va mi réquiem porque —ya que estamos—, será bueno terminar un día complicado con algo que me haga creer que soy buena gente.


Island

Se siente en el pecho, pero no en la zona de angustia sino en la zona de la emoción, del recuerdo, de viajes, rutas oscuras y recordar la sensación, el hechizo de la música que nos hacía amigos, nos hacía hermanos, nos hacía juntos.
Pero a medida que transcurre, el sentimiento va cambiando, se acomoda más atrás y empieza a oprimir, entonces para que no te ahogue abrís una brechita fina de tristeza (buscar más o menos por la zona intermedia)
Se puede uno detener a separar los instrumentos porque todo es demasiado agotador.
A veces es necesario pasar unos minutos sin escribirlo todo.
Hacer una pausa.

Quiero ser una escritora tan pero tan buena que cuando me muera me contraten en el cielo para escribirle los destinos a los vivos. El problema es que el destino se escribe en el momento de nacer y no soy capaz de juzgar a un bebé.
Los bebés son feos al nacer. Si tuviera que basarme en teorías estéticas, entonces, todos los destinos serían horribles.

¿Entonces en qué me baso para escribirle el destino al pibe?
En la cara de su padre. Listo. El padre es el responsable del destino del bebé.
Y con esto se resuelve uno de los grandes dilemas del psicoanálisis. Onda, tenés razón, loco. Ondá, igual andate a cagar.


Sailors tale

Todas las frases de uso común esconden algún pensamiento muy profundo si uno lo quiere encontrar.

—Barré la cocina
Significa el ansia existencial de despojarse de malos augurios, limpiar el espíritu.

—Fui al clínico y me derivó.
Significa que te dejan a la deriva, solo y a merced de los tiburones. Por eso no hay que enamorarse ni establecer vínculo alguno con trabajadores de la salud.

—En la primera a la derecha, dos cuadras y después una a la izquierda.
Significa el errático y azaroso devenir, la serpiente agazapada de lo incierto.

Quiero decir, cosas así dan mucho que pensar. Podés pasarte la vida garpando para que venga un diplomado y te las interprete. O podés hacerlo vos, gratis y absolutamente al pedo.


The letters

Tibia leche sangra desde tus orillas. Un carrusel de vocablos donde se esconden ladrones, asesinos, proxenetas, miserables, enfermos, crueles y en el reverso mártires y santurrones. La vida circular gira sobre la calma piel, espirales suman tormentas y dibujan flechas que no indican un solo camino transitable.
Feroces son los relojes, la ausencia de palabras es feroz. Me deshilacho en una vanguardia congelada que me seduce como una suave alfombra de colores.


Man With an Open Herat

Y yo me imaginaba como una hadita minúscula que revoloteaba sobre vos y con la varita mágica te iba curando. Primero la cabeza, y de ella salían chispitas luminosas, después todo el cuerpo y finalmente lograba abrir dos caparazones como de escarabajos. Ahí adentro estabas, pobre, pequeñito, asustado. Vos llorabas todo lo que en una vida y yo te abrazaba y te prometía que siempre te iba a cuidar, que siempre estaría con vos, que nunca te dejaría solo, nunca más.


Matte Kudasai (alternative version)

Y acá hace ya diez años que te casaste con el muchacho ese que te gustaba mucho, mucho, mucho y lo que sentís en el estomago es nada más que hastío.

archivado en: tutiplenes musicales