31.7.11

Al respecto de los discos que escucho en forma patológica desde hace varios días

Un único golpe. Después de mil golpes, el de la caída es el único. Y único es el sonido que produce en el momento del colapso. El sonido, algo como un imperceptible chisporroteo sobre la línea plana o todo lo que resulta del silencio que llora al tiempo que se muere.

Muerte cerebral. De eso hablábamos la otra mañana. Cuando jugamos a responder preguntas difíciles. O que no tienen respuesta. O que no tienen más respuesta que un resto de confianza, un último voto. Último como el golpe la caída el colapso el sonido la muerte.

archivado en: subí tu manera de ver el mundo y mira los premios que podés ganar.

5.7.11

Conceptos y cosas para la vida

Trato de entender este tiempo de maderas húmedas como si fuera el más natural del mundo.

En Sargento Gómez convivíamos con montones de goteras. Mamá era la maga de las palanganas, baldes, cacerolas. No sé de dónde sacaba tantas. El tamaño chico agranda los recuerdos, pero yo tengo una imagen grabada del chorro de agua desembocando en baldes celestes, rosados, el ruido en las cacerolas, el momento en que una gota (la primera) te pega en la frente y vos estás dormida y entonces levantarse, correr la cama, buscar un balde, palangana o cacerola, seguir durmiendo como lo más natural del mundo.

Algunas de las cosas que deberían ser lo más natural del mundo se convierten en enredaderas salvajes por donde te perdés una y mil veces.

No recuerdo que papá se haya subido al techo alguna vez a cambiar una teja, a hacer algo. En la cocina no había agua, o mejor dicho, sí la había, lo que no había era desagüe. Mi viejo, intentando destapar un caño lo había roto brutalmente. Y nunca se reparó. Tener que lavar los platos en el patio con dos grados bajo cero y agua congelada era la rutina más natural del mundo.

Esta mañana fuimos a fumar al patio. Adentro empezaron a repartir los regalos y nosotras seguimos allí hablando de abortos, de ingratitud, de bebés perdidos, de prudencia, de valentía, de abusos y de inconsciencia, como los temas más naturales del mundo.

En el baño no había agua caliente. Mamá la hervía en cacerolas y nos bañábamos en un fuentón. El momento más grandioso, una de las sensaciones más hermosas que puedo recordar era la del último enjuague, el fuentón lleno y mamá tirándome el agua desde la cabeza hacia los pies, TODA EL AGUA corriendo por el cuerpo, lo más natural del mundo.

Trato de entender estos días criogénicos como si fueran lo más natural del mundo.

archivado en: éramos tan pobres

1.7.11

que se bauhaus todos

Y ahora, cuando muera lo hará de golpe, todo junto.
Se privará del placer ácido cuentagotas.
Por racionalidad, buenas costumbres, ceremonial y protocolo que firmó la protomadre superlativa.
¡Ay que ejemplar, tan desprolijo! Sin manuales de intrucciones, pobrecita tan degenerada y enferma de licores.
Teta y chuño, que se arreglen. Cualquier cosa me hablan con protopadre volatilizado. A otro perro con estos huesos artríticos que ya no comen alimento balanceado y el engorde avanza, crece, ¡es usted!
Hagan todos lo que quieran, da igual, igual, igual, igual.

Digo que se muere y va a morir como se debe: atascada a sondas y vasodilatadores, sufriendo el dolor agudo,la breve pausa del opiáceo, agarrada con las uñas quebradizas a la vida, cagándose encima, cargándole el peludo a los gorditos que "para algo se rompió el lomo toda la vida"... los mejores y los peores años. ¿O creían que era gratis?
No, no, no, señoritos indulgentes con caras de ratones.
Ahora la vida es para ustedes. Desaprovéchenla porque aprovechar es creer y creer es dormir. No se duerman. Mírenla toda la noche, tal vez necesite agua o vino o una venda con la que tapar sus ojos.
Escuchenla. La ridícula exige su última voluntad: no quiere cigarrillo, ni extremaunción, ni piedad cansada de esperar que palme.
Lo que quiere es verte, que estés antes del último respiro, que le expliques, le digas, que le pidas perdón, te arrepientas, que te des cuenta súbitamente del error, del desperdicio, de la pena, el desatino, que te crucifiques ante su última mirada, que te arrodilles y supliques, quiere que llores, quiere saber qué carajo fue lo que pasó con vos, que cuando hizo sus mejores actuaciones no estuviste allí para aplaudirla, que faltaste a todas las citas importantes, que no tenés poderes, pobre idiota. Superhéroe, las pelotas.

Los gorditos van y vienen, compran sevenap, el tiempo no pasa nunca en las paredes con formol, ¿falta mucho? Mamá... ¿cuándo te vas?

Muestra obscena la sangre, la infección general. No quiere ahorrar ningún disgusto. Siempre fue la reina de la autocompasión.
Ella escribe, su epitafio dice: "vamos a ver".

Y los ciegos de la sala principal se le cagan de la risa. Aquí el tuerto no es rey. Aquí no hay dios, falta poco y ella espera que una vez le cumplan un deseo, que aparezca, que sea macho, que se banque la falla, que desconecte pronto el respirador, que la deje en paz.

archivado en: que sí, que no, que la parrala