16.11.09

Alejandra (rocanrrolito bioenergético)

Sembré lino para hacerte sabanitas, amapolas para estampar tus blusas y los árboles, los árboles...
paraíso, pino, jacarandá. Nuevas promesas verdes.
Es necesario detener el crecimiento para que puedan acompañarte cuando tengas que irte a un sitio donde despreocuparte por la mirada inquisidora de las estrellas, por los tropiezos. Un pasto crujiente, nuevo y aromático.
Ya no abrazar ramas secas. El fuego se enciende aún más cuando la savia es combustible y los ojos refractan una energía que es como amor en latas y frasquitos; como la música que se despega de tus labios con la naturalidad del llanto de un lactante o el exacto e infatigable camino de las hormigas.
El río se revuelve y ganan las gotas que llueven sobre los hombros de la gente sin corazón. Esos cuerpos se quemarán con el olvido y las marcas serán parte del catálogo histórico de los fracasos anunciados.
Hoy tenemos una certeza infalible: en la balanza el peso se compensa con tierra fértil.

Sigamos sembrando, nena.
Ya no llores.

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