16.10.08

Tutiplén con wachumita, bichos, tierra que respira, mariposas, árboles y gran variedad de frutos del bosque

El fuego comienza a silbar

Esto es vida. Es lo primero que se piensa cuando la tierra se mueve, respira sus bichitos, miles de hormigas, gusanos, lombrices e insectos sin nombre conocido. Ínfimos trocitos de pétalos, cortezas, savia (son como unos caramelitos chiquitos que comíamos, no recuerdo el nombre, unos caramelitos pequeños que te hacían doler el paladar. Tenían azúcar por fuera, eran del tamaño de las pastillitas dorins. Pero eran caramelos. Estos son todos del mismo color, color ámbar, color miel).

Esto es vida. Es lo que se sigue pensando cuando boca al cielo vas por la tercera vez en que la escena se repite (y se repetirá otras tantas veces más)
Entre las ramas de los árboles vuelan mariposas. Efímeras y bellas. ¿Sabrán las mariposas de su vida tan breve? ¿Será por eso que la viven, la lucen de esta forma tan grandiosa? ¿Sabrán que su fin, su misión es importante, tan importante, aunque dure un solo día?


Eureka: somos seres humanos imperfectos

Esto es vida, alrededor de todas las cosas. Latiendo.
Y los pájaros.
Me pregunto qué pájaros serán los que ahora veo planear sobre mi cabeza. Me sale que son cóndores, pero sé que no lo son. No hay aquí en la Pampa cóndores.
Más tarde pregunto, mi nuevo santito me dice que son caranchos o chimangos. Le digo que entonces mejor no gastar pólvora, me dice que me quede en silencio y me acompaña al fogón, me pregunta si estoy bien. Le sonrío y quiero tocarle las manos. Siento que sus manos van a curarme alguna cosa. Me propongo tocarlas después, a la noche y lo hago. Un roce demasiado leve. No siento ninguna mejoría. El cuerpo roto y este dolor de cabeza tremendo, insoportable.

Esto es vida. El dolor de cabeza. El miedo que me da ver como la tierra palpita. El miedo que me da ahora abrir el cuaderno. Hay algo inexplicable que me posterga a acudir a mis anotaciones.
Otro de mis santitos me dice que me tome un par de días para procesar. Proceso dibujando.
Porque pensé bastante en dibujar y tengo una imagen en la cabeza de un cuadro que quiero pintar. Un cuadro con naranjas. Un cuadro de dónde caen miles de naranjas, las más dulces y jugosas del mundo, las naranjas que ahora, en este momento espero porque son el manjar más delicioso del planeta.


Los ojos verdes de mi homeless


Esto es vida. Todo lo que está escrito en la memoria y lo que se ha borrado. No he abierto mi cuaderno. Tantas cosas son las que se olvidan. El nombre de las pastillitas. Si recordara el envase (creo que venían en una bolsita pero no estoy segura). Si estuviese segura, recordaría el nombre.
Son tantas las cosas que se olvidan.
Por eso escribo. Para no olvidar tanto.

Esto es vida. Por momentos me siento desesperada. Confundida. Me duele la espalda, la cabeza estalla. Pero sé que pasará, el desconcierto, la sensación de incertidumbre, el derrumbe, pasará, y volveré a ver la mariposa volando, quemaré más ramas viejas.
Todo volverá a la armonía necesaria porque es un viaje que pasa, como todos, como cada momento.


Las hojas frescas hacen un chasquido maravilloso. Y siempre hay hojas frescas al alcance de la mano

Esto es vida y nada es definitivo, nada es irremediable. El universo y sus criaturas perfectas, los bichos de la tierra, las flores, mi casa. Puedo irme despreocupada por un rato que hay algo que protege mi casa, el fuego no va a apagarse, no habrá ningún incendio, todo está bien, puedo descansar un rato de mí, de mis obsesiones, de estas locas ideas de querer creer.
Las pastillitas eran como semillitas. Como la mitad de un maíz, más o menos. Sigo sin recordar el nombre.
No es necesario recordarlo todo.
Es necesario darse cuenta de dónde está el error.
Por ejemplo: todo el tiempo me apoyé en un árbol muerto que fue vida pero es muerto y ya no puede sostenerme.

Esto es vida y la tenemos toda, toda la que falta. Yo quiero que tomes mi mano para recorrerla despacito, sin perdernos ni un minuto de maravilla, sin prisa por llegar al fin. Quiero tu mano para recomenzar, porque todo recomienza y allí están las mariposas volando nuevamente.


Esperar que maduren las semillas de esta siembra interminable

Esto es vida. La luna, ahora vista desde una situación cómoda, pendular. Cierro un ojo y es una luna, cierro el otro y se desprende una pequeña llamarada de luz. La visión es lo que supongo energía. Algo parecido sucedió viendo las nubes negras que en tres dimensiones representaban imágenes. Yo quería ver algo significativo: un nombre, una inicial, un rostro. Vi ángeles y también a un diablo que se convertía en dios, vi a campanita y su varita mágica, pero lo que vi más claramente fue a David Bowie.
Nada significativo. O sí.
Algunas imágenes resultaban aterradoras pero enseguida las transformaba en algo bello. De ahí David que un rato antes era una especie de caballero del zodiaco.
Y pensándolo bien, un poco se parece.

Esto es vida. La música que se escucha a lo lejos, las caras exhaustas, la mugre en las uñas, los pies lastimados, el cansancio, la fascinación por el fuego, el hipnotismo de este momento que no acabe nunca, que no acabe nunca, por favor...


Aquí está mi amor, porque nunca se fue

Esto es vida. Mi amor no debe ser una molestia, mi amor no debe notarse, mi amor debe ser callado, discreto, etéreo, mi amor, prácticamente no debe verse, ser intangible, inimaginable, impredecible, inexistente.
La distancia que nos separa es la misma de siempre. Y no se trata de kilómetros. Se trata de algo que tiene que ver con el gran tema a desarrollar: mi amor inexistente, mi amor forzado, mis ganas de amor a cualquier precio y no hay precio, ya sabemos que nada es tan simple y que la cuota de azar es fundamental, pero también es principal el silencio, la naturalidad con que se calla cuando no hay nada que decir, cuando nada hay para compartir, cuando todo el tiempo el destinatario es un abonado fuera de servicio.

Esto es vida y no voy a equivocar el número. Quiero tus manos y tatuadas en ellas las coordenadas que me ayuden a encontrarte y que me veas así de chiquitita y me quieras así de humana.


Ay, pobres los corazones incapaces de ver cómo nacen las cosas todo el tiempo sin intermitencias

Esto es vida. El gemido de las ramas viejas que se retuercen cansadas de tanto viento, de tanto sol, de tanta lluvia, de tanto tiempo. Las ramas me hablan. Es un rumor triste, un quejido que me da mucha pena. Y lloro por los árboles secos, los árboles muertos. Lloro a mis muertos, a mis ilusiones muertas que fueron vida pero son muertas y ya no pueden sostenerme.

Esto es vida. Hay que sentir el miedo, la emoción, el dolor de cabeza, hay que reír, hay que quemar montones de lágrimas en la fogata, hay que perderse y retomar el camino, hay que buscar, encontrar, elegir, crecer. Hay que entregarse.

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