16.4.08

Mitológica II

Ay del dolor de la suerte cuando hace la siesta y no despertará de su sueño antiguo, dorado papel que envuelve los ojos que explotaban nubes para darle muerte súbita a todo deseo.
Todavía, tibio el cuerpo etéreo, suerte tibia, si parece que sonriera...
Echada como vaca al sol, sus dados cargan morfinas conque paliar apenas y apalear las penas.

Desparramada en la cama de alquiler, una muchacha de rostro transparente aún no sabe falta poco para ser un número en la lista de los brillos.


Ay del dolor de no poder mudar el destino, descarozar a cucharadas la historia, que la histeria no se empecine como caballo indómito, veloz como el veneno, la pócima que encierra la suerte eterna que duerme el sueño dorado del ansia por siempre y nunca más verla, ver las piernas untadas de desuso, las nuestras en lazos como tientos, enlaces, cueros flojos, floja el ánima que cae en la barranca.

La bella diosa cibernética cree que ser joven la exceptúa del engaño, ella cree va a cambiar procedimientos, ella cree no ser una deidad cualquiera.

Ay de tan solo, solita voz desaparece en un espejo que muestra previsibles mientras se barre el barro que dejaron los zapatos despegados por el tiempo que pasó sin cuentas, se da cuenta que esta vida pasó como estampida y no hay dorados ni papel que represente la comedia de la suerte.

Un ex ángel caza por deporte. Dos disparos, dos eyaculaciones tan precoces como el corazón de la gacela que late tibio y agoniza en la almohada.

Ay de la ingenuidad fallecida, si hace poco que la vimos tan llena de caricias y hoy dos plañideras cantan la canción de herrumbre, una anciana se persigna y reza lo imposible y una deuda limpia babas que impúdicas se salen por la boca de la suerte, tan inerte, pobrecita la mañana desencanto cuando el sapo y sus orines reaparezcan.



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