4.2.08

Tutiplén al respecto (segundo intento)

No escribo drogado, sólo tomo apuntes. La marihuana es buena
para la imaginación y el ojo, pero no es buena para la forma.
Martín Amís

Como para ir redondeando

Creo que la disyuntiva publicar-no publicar, en qué condiciones, cómo, cúando, qué cosa —y con la cantidad de prejuicios que hay en ello: cuestiones "éticas", económicas y otras tantas disquisiciones esgrimidas por los opinadores de turno—, se da porque todavía hay quiénes creen que el título oficial de escritor te lo dan las editoriales y los premios nacionales.


Como turco en la neblina

Cuando mi cabeza comienza a pendular, a veces hacia los costados, otras hacia delante y atrás, es porque está buscando el centro. El problema es que se distrae, se aburre de la oscilación y se pone a hacer otras cosas, inventa historias o se confunde el camino, se olvida, no sabe que está haciendo ahí si en realidad hace un rato estaba lo más pancha escuchando música.
Siempre regresa a una ruta sin luces o al fin, que es igual al comienzo: un cúmulo de inseguridades esperando su turno para jugar.
Cuando el subconsciente se me sale del cuerpo le hago una copia trucha y lo vendo en Plaza Miserere, para que vaya a mejor puerto y porque creo firmemente en la diversidad de criterios.
Por el momento se me salieron catorce subconsciente. Si se vendieron todos, por lo menos sé que hay catorce subconscientes como el mío pululando en un radio de no más de 400 km. aproximadamente y la verdad es que sería estupendo poder reunirlos a todos como hacían en el programa de Julián Weich que juntaba a los miembros de familias que vivían en diversos puntos equidistantes y sin equidistar.
Eso es lo que quiero. Hacer una gran fiesta de reencuentro y ser la anfitriona amable y deslumbrante que todos necesitan para pasar un momento de sano esparcimiento en familia o sin ella, que da lo mismo, porque al final todo es para kilombo y yo ya no me meto más en agua de borrajas.
Pero, a lo que iba: durante los movimientos lentos que hace el péndulo, en ocasiones se pianta algún cacho de subconsciente y ahí es cuando todo desmadra con la fatalidad que viene implícita, rubricada por escribanos y aprobada por expertos.


Como quién no quiere la cosa

En el gran hueco del dolor, él es como un poderoso analgésico suministrado por vía sexual que no me creará dependencia porque ya no soy adicta al hueco.


Como agua para chocolate

Entre aquellos lugares adonde jamás volveremos y los que vamos a conocer, hay un campamento que despliega sus posesiones mínimas, horas huérfanas de un pensar continuo que se mete en la jaula de la obviedad, largas colas en la puerta de una espera que hoy no está de turno. Posavasos donde apoyar los malos tragos, que no se marque la mesa, que es lustrada como todos los trofeos que fueron a parar al cajón de las basuras conservables por si acaso.
Y una ilusión que imagino nena bailando con tutú rosa y medias blancas, peinado coronita.
Me dicen que hay que aniquilarla, pero no voy a hacerlo. No sé de planes ni estrategias pero tengo la certeza de que existe tierra nueva que habitar. Entre tanto, quitar todas las piedras del zapato, lubricar el engranaje con aceites esenciales y desterrar el represivo látigo del ansia. Seguir como si nada.

archivado en : tutiplen publicado, leído, corregido, borrado, reformulado, vuelto a corregir 80 veces y resignado en el punto cúlmine de crisis creativa e inseguridad estilística. Pero bueno.