18.12.07

La sopa de Esopo

Fábula del envaselinador de aves raris

Había construido una trampera para cazar aves raris que son una especie de pájara extraña, tal como lo indica la etimología de su nombre: raris-del latín raro, anormal, paradójico, especial, singular, original, freak, una porquería.
El señuelo no difería demasiado de los que se utilizan para cazar horneros, tordos, colibrices o lauchas, pero se caracterizaba por tener adosada una jaula de forma helicoidal con una cúpula realizada por pintores flamencos de plumas rosadas y una virtuosa habilidad para tocar la guitarra española.
Luego de varios años de apresar, para posteriormente liberar millones de canarios, sapos, moscas y moléculas de distinta laya que caían como tontos dentro de la jaula, al fin logró atrapar un ave raris.
Emocionado hasta las lágrimas, colocó a su presa sobre una colchoneta y en un acto de romanticismo supino le envaselinó cada una de sus plumas y ahí mismo le rompió el upite.
El ave raris, contrariamente a lo que cualquier lector sensible pudiera o pudiese conjeturar, no expresó desagrado alguno, y luego de pegarse una duchita ligera emprendió vuelo con la firme promesa de regresar "un día de estos".

MORALEJA: Si sos ave raris, a la larga o la corta te van a envaselinar. Si no lo sos también, pero lo importante siempre es mantener la actitud y ducharse porque nunca se sabe en que ventana habrá una trampa esperando.


Fábula del enfrascador de deseos

Coleccionaba frasquitos de diferentes colores y tamaños y a cada uno de ellos rotulaba con diferentes leyendas que resumían un anhelo diferente. Así como uno de los envases color ámbar llevaba una etiqueta que decía "Amanecer en Puente Alsina" otro, delgado y transparente rezaba "Que esté esperándome con pollo al horno". Había varios frascos idénticos que sólo decían "Que esté esperándome" o, simplemente "Amanecer".
Un buen día se encontró solo en su casa, rodeado de frasquitos de diferentes colores y tamaños. Nadie, desde hacía años, lo esperaba. A la mañana siguiente no amaneció.
Días más tarde, un familiar lejano recogió los pocos objetos de valor que había en la casa, con su ropa hizo paquetes para que los encargados de la parroquia vecina recogieran, se llevó algunos muebles, herramientas, libros, discos y utensilios de cocina.
A los frascos los tiró a la basura.

MORALEJA: no es bueno que el hombre esté solo y enfrascar deseos es bastante pelotudo.

archivado en: fábulas que, pese a su apariencia pavota y superflua poseen una profundidad filosófica que raya el existencialismo y otras corrientes de pensamiento que tanta falta hacen para comprender de qué va la cosa.