4.7.07

Insurrección del sueño

La noche secuestra vapores que brotan de alguna alcantarilla. Espero llegadas en algún muelle del sur, pero sólo vienen sombras que se dirigen a mi cuello, quieren apretar el hilo de vida que queda entre el sueño y la vigilia, ese desdibujado sitio en que el contacto con la tierra va perdiéndose y entonces sólo hay trenes que circulan por entre vías de neuronas y surcos cerebrales.
Se disparara la adrenalina, la frecuencia cardíaca se arritmia, la respiración desfallece, la presión ocular palpita frenética, el sudor inunda las sábanas, la ansiedad y el recelo.

El vértigo es aterrador en este instante.

Trago saliva. No puedo serle indiferente a esa contracción en el estómago que me dobla y le baja los brazos a toda integridad.
Hay unos ojos inyectados en sangre. Ojos caníbales, sagaces, que se sujetan detrás de las cortinas, esperando el instante preciso de cubrirme con su secreción ácida y quemar mi piel desabrigada.

El paisaje es desmedido, la niebla que habita en las estaciones se espesa a medida que el fantasma del desorden opaca la visión, la cubre hasta crecerle cegueras al gemido enjaulado en el tiempo.

Orfeo es ahora un marica en un baño de Constitución. Lo veo en su indefensa promiscuidad, lo veo en su desesperada mendicidad de amor.
Orfeo me suplica, me promete, es tan turbador su desamparo. Como una viuda, como un desengaño, como un hospital de enfermos terminales.
Junto a él hay un mapa y un puñal. Tengo las coordenadas exactas para no encontrarlo, tengo el filo que adormecerá la herida. Xilocaína del presente y de la espera.

Entre los primeros tragos del amanecer intento limarme el tabique a martillazos y, como si se tratase de un rito de iniciación, ofrecer algo más de lo tengo: intentos disfrazados de heroicos actos de locura.
El teléfono no suena, los milagros no se amistan con la confianza, los milagros no hacen gestos, los milagros son un anti inflamatorio, un anti depresivo, una sonrisa falsa que te venden bajo juramento de adicción perpetua y archivada.

La mañana me taladra el hipotálamo, me convierte en un pez agonizando entre redes de tormenta.

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Un estudio científico afirma que películas como "La Cenicienta" y "La dama y el vagabundo" incluyeron personajes que sufrían alteraciones del sueño cuando esos trastornos aún no habían sido detallados por la medicina. El informe será publicado este mes en la revista especializada Sleep Medicine

Disney y los trastornos del sueño

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