19.7.07

Cosmopolitan

El tiempo es allí un estrato
sin más valor que un hueso enterrado
en un trozo de vasija.
Su historia es un cacharro más
que la lluvia ocultó sin miramientos.
Así es como los caminos
siempre nos alejan de Roma
por más que la busquemos.
Luis M. Madrid

El siglo comenzaba y por aquellos días Buenos Aires era una miniatura, Madrid era un deseo y Roma la esperanza de envejecer juntos.

Caminamos muchas piedras profanando miles de años de historia, sin saber que pisábamos nuestra historia. Demasiado ocupados estábamos en la pretenciosa tarea de proteger respetos mutuos.

-Dame un beso –te dije en uno de aquellos canalcitos-, dame un beso así justificamos Venecia.

En Florencia el amor fue un pagaré ejecutado. El corazón lo había olvidado en Las vistillas.

Hoy sé que lo que habrá por recordar ya ocurrió, me concedo brevedades, dos horas, un secreto. Levanto la capa, me envuelve una voz, me tiro de cabeza a un rio de aguas bajas, estoy entre manos bellas, largas que no pueden sostenerme y las ganas de desaparecer entre las calles de una Buenos Aires enorme que se comió los ojos de las ansias.

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