14.7.07

Cantata de fusilamientos (versión 07)

He deseado hoy que este agua nos lave y destiña.
He querido pensar que podíamos ser lavados del
fracaso y de la muerte que vamos mostrando
al mar como un tatuaje obsceno.
(P. S.)


I

Transfundir la sangre y el alcohol, licuarla con el fuego, emulsionar la explosión, que arda como deseos suicidas en un jumping sin arneses.
Caída libre de ojos como pozos abismales.
Caída libre a la esperanza sin llegar temprano al fin del barranco.

No se toca el fondo, es inaccesible.
No hay tortura ni oscuridad que sea suficiente.

Uno no se rompe por amar sin protecciones.
Uno ya venía roto de desganos y rutinas, chapaleándole a la suerte (esa cabrona) escondida en estaciones que jamás fueron pisadas ni por la propia sombra.

No hay piedras que pulir, ni hay orfebres que ajusten los estados que nunca te atreviste ni siquiera a corromper.

Se trata de desanudar pasos cansados, de esperar que se reanuden los temblores, de querer ver que más allá de esa ventana hay alguna cosa viva, que sorprende, que no muere en su artificio.

Es el deseo inmemorial por los fantasmas, que fustiga y limita los desbordes.
Se trata de no doler las apariencias, desespinar toda asfixia, lamerse las palabras sin llorarlas.

Algún día dejaremos de cocinar tristezas, podremos vestirnos con collares tintineantes, nos subiremos a mesas de celofanes baratos y bailaremos la canción que no sabemos, ésa cuya melodía es menos cruel que los espejos.

Hay razones que no pueden comprenderse en una primera lectura caprichosa.


II

Y ahora hay vapores parecidos a una noche en el bar que no dormía.
Y ahora, un cardumen de hilachas da vueltas desflorando hemisferios que se invierten y provocan alaridos que la garganta no puede retener.
La tensión se agiganta, los buenos propósitos son piedras, granitos oxidados por insomnios.

Lo cierto es que esta fase inevitable ya tiene que morir.
Lo cierto es que hay que envenenarla con arroces blandos sazonados de mal gusto.

No importa la coherencia. ¿Quién puede asegurar que las cosas son como lucen frente a ojos de arpillera?

Renegar de la historia, la educación, los consejos sabios.
Mearnos sobre la tumba de todos los jodidos desencuentros, escupirle a las ausencias.
A lo que sentías esa vez cuando todo parecía ser amable.

Uno no se rompió de amor. Uno ya estaba roto.
Hay razones que no tienen remiendo.


III

¿Y adónde es que van a parar todas las cosas que están muertas?
En este momento sólo hay pasto seco. Se parece al recuerdo de lloviznas risas. Se parece a una valija que dimos por perdida. Se parece a tu hombro cuando gemía piedras.

Causa y efecto.
La causa está plantada, caprichosa en su costado. Es tan simple como un prisma que refleja los colores —como cuando los veíamos en un arco iris—, tan inútil como baldear las veredas del pasado.

Somos sementales de la pena

¿Y adónde fueron las noches de música y tu angular apuntalando mi esqueleto? ¿Por qué las ganas se escondieron en todos los cajones donde no se encuentra nada?

Como esta cinta que nunca termina.
Como este hoy abatido y destemplado.

Hay tanta nube atornillada en el recuerdo. Hay tanta ausencia de guitarras.
Los intentos no saben bailar.
No hay teléfonos que digan el secreto.

Somos regaderas de lágrimas que escarban por detrás de los relojes.

Hay razones que se escapan y no vemos.

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