28.6.07

Camellos y dromedarios

está bien que no se vea que sea mínimo escurridizo que se oculte se haga chiquitito se suprima se autoanule se distraiga se disimule el momento, el momento de decirnos sin palabras que rellenen los huecos que ahora están repartidos en mitades separadas cada una en diferentes realidades dibujándole contornos distintos a los días, una gimiendo abrazada al temerario lamento del vidrio, lastimando sombras convirtiéndolas en tatuajes escondidos entre pieles malheridas, otra fuera cubierta de sudores y sales perfumadas que se mezclen para hacer el momento, el momento en que vos y yo seamos nosotros en la tibia inmensidad del lugar que nos reciba con su música de fuego y el relato monocorde de la estática que se arrime a los rincones de la noche y nos diga que el momento, el momento nos hará tan desapercibidos ante los ojos abiertos del lobo que irremediable se comerá nuestro amor cuando nuevamente seamos mitades separdas cuando seamos vos y yo solos repartidos por la vida lejos.

archivado en: zoología del desierto aplicada