30.9.06

El techo ya no me llueve

Desde el principio sabía que sólo podía tomarlo como una relación pasajera, como algo prestado, para salir del paso.
Pero no. Mi naturaleza volvió a traicionarme. El peor error no fue haberle confiado datos importantes sino haberle pegado unos stickers que hicieron que lo sienta mío.
Siempre es igual.
Siempre tienen otra dueña.

Desde el principio sabía que mi reticencia a acercarme a él obedecía no a una cuestión de rebeldía, ni a una negación, ni a evitar el incremento de gastos, sino a miedo a enamorarme.
Pero sucedió.
Me enamoré.
Lo quiero para mí.

Desde el principio supe que no debía encariñarme, que cuando todo volviera a sus cauces normales, tendría que devolvérselo a Ella, que lo iba a extrañar, que el silencio se volvería atroz.
Pero lo hice.
Me encariñé.
Y lo extraño.

Todas tienen uno.
Yo quiero uno para mí.
Y no hay.

archivado en: busco mi destino, pero no lo encuentro