7.8.06

Tutiplén hiperbolado farmacológico y terapéutico

Composición

Y oí sonar el rayo y corrí por mil canteros...
Luis Alberto Spinetta

-Y capaz que lennon tenía razón. Y que también la tenían rodrigo, gilda, ernesto guevara, pappo, santa evita, jesús, incluso mi abuela, que en paz descansen todos.
-Eso vos lo decís porque sabés muchos idiomas.
-Y sí, para algo estudié en el Balseiro.
-¡Yo también estudié ahí!
-Qué agradable coincidencia, ¿no?
-No, yo la pasé mal. Mucho frío.
-Sí, eso sí, de todas maneras creo que tendríamos que hacer algo juntos, no por nada nos venimos a encontrar acá, en esta fila.
-Me parece bien. ¿Se te ocurre algo en especial?
-No, ¿y a vos?.
-A mí tampoco.
-Entonces mejor miremos nubes, o dibujemos naranjas.
-¡Esa me gustó! Fijate: yo veo un tapir desnudo en su ingenuidad.
-¿Adónde?
-En esa nube.
-Yo veo otra cosa: veo jugos de tamarindos que huyen de alegorías infrahumanas.
-Debés estar viendo otra nube.
-Te juro que no, ¿es esa de ahí?
-Sí, pero mejor parate acá. Este es el ángulo propicio. Desde la posición en la que estás es posible que la realidad circundante se te altere.
-Nah, mejor dejémoslo así, preguntame algo que quieras sabes, voy a ser sincero, lo prometo.
-Ay!, no sé
-Dale, ponele onda, usá tu imaginación, intentá desentrañar alguno de los misterios que te albergan...
-Ya sé, pero no estoy segura, capaz que te ofendés.
-De ninguna manera me ofendería nada que viniera de tus dulces labios y tu "brillante" razón.
-Bueno, ta bien, te pregunto: ¿vos roncás?
-No sé. Cuando duermo no me escucho.
-Menos mal, ya me estaba preocupando.
-¿Por qué? ¡No seas tontita! ¡Todo va a estar bien!
-A veces le temo a las consecuencias del caso.
-Yo también, pero me la banco.
-Por cierto. ¿A qué horas abren?
-Creo que a las nueve.
-¿Y qué horas son?
-Se dice: "qué hora es", no "qué horas son"
-¿En qué idioma se dice así?
-En argentino.
-Ah, disculpá, pero ese es uno de los que no rendí.
-Yo a vos te disculpo lo que sea, linda.
-Me das miedo, descubriste mi nombre sin que te lo haya dicho...
-Tengo una especie de habilidad pero, para ser sincero, tengo que decirte que también no rendí varias materias: pleitesía, culto, otras más, por eso me fui de la academia.
-No me digas que también ¡SOS DE RACING!
-Por supuesto. ¿Que duda te quepaba?
-No se dice: "quepaba" se dice "cabía"
-¿En que idioma?
-En hindi-urdu
-Entonces ¡brindemos por lo nuestro!
-Sí, que para algo estudiamos...

Sobredosificación

La parte cuando cerrás los ojos, todo lo que está alrededor desaparece, ya no escuchás risas fumadas y ocurre una especie de desprendimiento entre tu alma (si es que algo así o parecido hubiera o hubiese) y tu cuerpo que sí existe -porque es el que siente que cada uno de los instrumentos se separa-, y cada uno de los acordes baila por su lado, dicen de cosas diferentes que por ratos se juntan y forman uno de los más hermosos poemas que puedan escucharse.
Algo así, más o menos, fue lo que pasó la otra noche, mientras escuchábamos "Años de soledad" y fue muy lindo, de posta te lo digo.

Contraindicaciones, advertencias, precauciones

-Es que ahora las madres pendejas estas no tienen idea de nada.
-What?
-Por ejemplo: no saben qué es una tabla de lavar, no saben del jabón federal, no saben cómo se le pone el chiripá al nene, todo descartable, todo jaguis-bijapi, todo sin olor, todo rapidito, ¡así no podés querer a un hijo!, estas madres de ahora no saben ni siquiera que es una hornalla.
-What?
-Una hornalla de cocina...
-Microware?
-Eso, eso, micro-onda, todo micro-onda, todo recalentado, asqueroso, gusto a plástico, comida comatosa, horripilante, no saben que existe algo que se llama "hacer la comida".
-What?
-No sé, antes la familia comía. Comía de verdad, no esas porquerías que comen ahora con lo del delivery, con el fasfud. Ayer vi en el noticioso que todos los norteamericanos son gordos y tienen el colesterol por las nubes.
-What?
-Bueno, no es tanto eso, vos sabés que los periodistas exageran pero me parece que no captás la idea.
-¿Maradona, matie, tangou?
-Sí, ahora sí nos entendemos.

Posología y forma de administración

Hay un fantasma en el living. Estoy segura, ahora sí que lo estoy. Hace muchos años que está ahí. Es un fantasma que sólo ven los perros. Lo ven y le temen.
Recuerdo que Dalí le tenía miedo a la mecedora que perteneció a mi abuela Pepa. Algunas veces se mueve, el vaivén es casi imperceptible, pero Dalí lo percibía y vaya a saber que era lo que veía mi viejo perro ciego que ya no está para ladrarlo.
Dalí fue parte fundamental de mi vida y nunca le dediqué ni el tiempo ni el amor suficientes. Digamos que hay una parte fundamental de mi vida a la que no le dediqué el tiempo y el amor suficientes.
Hace algunas noches sorprendí a Z. (que es un auténtico Scooby-Doo en materia de cagazos) con un miedo extraño. Miraba el techo e inmediatamente se ponía en guardia, gruñía, estaba verdaderamente aterrado. Busqué la mosca, el mosquito, el bicho que lo estaba inquietando, y no había nada de nada. Me paré al lado de la estufa y lo llamé para darle confianza. Pero no, había una especie de valla invisible que Z. no se atrevía a traspasar.
Ahí lo supe con certeza: en el living hay un fantasma que sólo ven los perros.
Y me juego por la abuela Pepa que es mi fantasma preferido.

Reacciones adversas (frecuentes, ocasionales, extrañas...)


En el cuartel del enemigo la desintegración es producto del incendio como continuidad de la debacle.
Corazones secos, famélicos de besos. La caída lenta se manifiesta más allá de la oscura madera de esos muebles (triste, carpetita-verde-plástica, lúgubre, imprudente cigarrillo)
¡Se quema! ¡Se quema!

Al fin un signo de vida en la penumbra de la ignorancia, en la injusta redención.

¡Vengan a ver las alegrías del hogar, hermanas mías!

¿Pero qué ha pasado aquí?: ellas también mienten, ¿resbalaron en el hielo o jamás fueron alegres? (sombrío jardincito asfáltico, funesta, tapiada ventana)
Para que él no se vaya.
Para que no se queme nunca más en el ardor de esos brazos promiscuos y se quede junto a mí mirando los relojes inmóviles de la amargura.

Yo le saco el polvo a tu inmensa colección de traiciones porque hay que tenerle fe a lo incomprensible, elegir el depósito más propicio para contener el desconcierto. A falta de caricias, buenos son pateos silenciosos que aniquilen la invisible espuma tras la cual está ella, siempre ella y su fantasma clandestino.
Ella, la pestaña que se suelta, se desliza por tus pómulos y no seré yo quién te avise que elijas tu mitad.
A falta de fogatas, lo bueno es la heladera.

Mi misión es estar sentada en la trinchera de chapas esmaltadas, masticando viejos rencores, imaginando que el que estés acá es que estás dispuesto a purgar todas las deudas.

Mi tarea es contener un mar tan útil como lo que se derrumba poco a poco, tan hermoso como lo que no sirve para nada.


archivado en: dosis óptimas, tutiplenes empotusados y todo llega en su justo momento