4.7.06

Tutiplén con un 99,9999% de humedad

Tutorial para armaje de kinders

Increíbles jarrones. Inigualables felpudos. Imperdibles burletes de arena.
Amo los carteles del todo por dos pesos que está frente a la estación de Morón. Al autor de los mismos yo le daría de mínima el Nóbel de física y de máxima besos, muchos besos.


Formula molecular del Open Lazlo

Hay días en los que todo sale mal. Pero ¿hay días en los que todo sale bien?
No puedo recordar ninguno, pero debe (de) haber, ¿verdad?


Inspector de comportamientos


Y entonces en un ataque de furia visceral desenchufo todo, desarmo la fuente por vigésima quinta vez en esta semana, la miro, la soplo un cacho y la vuelvo a colocar.
Ahora ya no prende más.
Salgo con la máquina al hombro dispuesta a dejarla abandonada en lo de mi antiguo técnico el gordo (que, dicho sea de paso, otrora gustaba de mí y ¿quién te dice que no sea el hombre que me está esperando desde hace añares agazapado entre motherboards y coolers?).
Él no está. Está el bobo y odioso socio cara de escroto reseco por la acción eólica de un viento carrasposo y retorcido como sillón Luis XV.
No le digo nada y me voy con mi máquina al hombro a lo del pibe de ahí.
El pibe de ahí se encuentra en el lugar esperado, es decir: ahí. Le digo muy resuelta:
-Quiero cambiar la fuente ¿Tenés?
-Sí.
-¿Cuánto vale?
-69 pesos.
-¿Eh? En mercadolibre están 40 mangos.
Sé que está pensando: "comprátela en mercadolibre, tarada", pero dice otra cosa por demás interesante:
-¿Y por que querés cambiar la fuente?
-Porque se apaga la máquina.
-¿Y cómo sabes que es la fuente?
-No estoy dispuesta a titubear ni por un instante, no pienso ceder ni un ápice en mi firme convicción, mis años de técnica en computación me avalan: es la fuente, si digo que es la fuente, es la fuente.
-Es raro que sea la fuente. Pueden ser muchas cosas, puede ser el micro.
-No, no es el micro, es la fuente.
-Bueno, ¿la vas a llevar?.
-No, no la llevo porque en mercadolibre sale 40 mangos.

Llego a casa y la desarmo nuevamente. Le saco el cooler al micro, dentro del disipador hay un centro clandestino de esclavos bolivianos, paraguayos, llavallolenses y bielorrusos. Todos ellos, mas sus familias y mascotas. Incluso, familiares más lejanos (por encontrarse en otros países y por cuestiones de consanguinidad) y amigos con sus respectivos loros y pájaros exóticos del Trópico de Piscis.

Lo dejo bien limpito. Armo todo y la máquina todavía está prendida.
Veamos cuánto dura.
Para mí sigue siendo la fuente.


No aplicar sobre animales o personas

En un momento del día me sentí tan bien que no comprendía qué cosa sobrenatural era la que estaba sucediendo. Dos o tres horas más tarde me di cuenta: no llevaba corpiño puesto.


De los orbitales a las sustancias

Había una vez una señorita que tuvo la gran idea de flechar piedras.
Así, tal como lo digo: no es que hacía puntas de flechas con piedras sino que flechaba piedras.
Cómo lo hacía, ni idea nadie tiene. Nunca reveló su secreto.
El tema que nos ocupa, en realidad es otro: como no le fue bien en su empresa tuvo que dedicarse a otra cosa.
(Por si leen en el tren y justo dejaron en la parte que explicaba las técnicas de flechado de piedras, vuelvo a insistir con esto: se trata de la empresa de flechado de piedras que una señorita tuvo la osadía de realizar. Así, tal como lo digo: no es que hacía puntas de flechas con piedras sino que flechaba piedras. Cómo lo hacía, ni idea tengo. Nunca reveló su secreto).
A la señorita le fue muy mal con su empresa de flechaje de piedras, por ello tuvo que dedicarse a otra cosa.
Cosa de la que nadie idea tiene ya que jamás reveló su secreto.
Y así, sucesivamente.
(Este capítulo puede leerse entre una estación y otra sin ningún problema de asimilación digestiva y/o mental).


El boxer de Proust es a pintitas

Insípido. Supe que algo había cambiado cuando quise llorar, gritar, putear y no pude, me puse a modo Scarlett O'Hara y dormí lo más pancha.
Provisorio. No sé si la de esta semana me gusta, pero es la que está.

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