Breve incentivo de lunes. Sacar las pilas del congelador y ver cuanta carga recuperaron. Tres molotov, 36 escalones (¿o eran pisos por escalera?)
Yo no sé por qué la tristeza. El bondi tardó demasiado, la lluvia era finita, inversamente proporcional a mi paciencia. La esquina donde la última vez me peleé con un taxista. Infinidad de taxistas por la calle. Buenos Aires es desoladora, Medrano la calle más sucia del planeta, el café de la UTN reconforta.
Yo no sé por qué la tristeza. A poco del último punto y de darle trabajo a la impresora. ¿Para qué? ¿Para intentar perpetuar todos los olvidos? ¿Para poder dar rienda suelta a la novela novedad? ¿Para qué? Libros, ¿para qué?
Yo no sé por qué la tristeza. Yo nunca quiero nada. Yo siempre quiero más.
archivado en: querido diario y postales de muzzarela