Por motivos de características similares al anteriormente mencionado, e incluso por causas diferentes que no tienen relación con tientos, sino más bien con tentáculos, es que me siento así: acorchetada. Es menester avisar con varios días de antelación, por si las moscas.
El tipo se pasa el día entero mirando la vitrina. Le pasa el plumero a cada una de las cajitas que atesora como si se tratasen de vestidos chinos, joyas antiguas, lingotes de oro, especias de Las Indias, cocaína de Turquía, armas nucleares o químicas, palacetes renacentistas, Ferraris tricolor.
El tipo pasa el día contemplando sus cajitas.
El tipo necesita una cajeta con urgencia.
Después no digas que no avisé.
Como por arte de magia, que todo suceda como por arte de magia.
El secreto de la fortuna emocional es tener el corazón en bajo consumo.
Como un chicle jirafa, esos largos y muy, muy dulces, esos que te zampabas todo junto y la boca se te agrandaba, la mandíbula fallecía, los dientes se hartaban, la lengua se adormecía, los globos eran eternos y su destino era el explote en la cara, la nariz pegoteada, el pelo, que difícil sacar la goma del pelo.
Como un chicle jirafa esta tarde soñando absurdidades que traen vientos antiguos, la opresión, la impotencia nuevamente, las ganas de llevar un par de flores a su tumba, para que duerma, para que al fin esté dormido de una vez.
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