13.3.06

Fábula marroquí que también es leyenda y sinrazón

¿Pero cabe todo lo tuyo en una maldita valija?
Patricio Rey



Special for Kako


Había ciento veinte caramañolas con forma de hombre, es decir, eran caramañolas antropomórficas que además tenían el alma puesta contranatura. Lo mismo sería decir: tenían el alma en el orto y no en lo'sojos, como bien dicen los entendidos en almagía. El asunto es que cada una de las caramañolas adoptaba conductas diferentes según el caso. Unas tomaban Cynar, otras se lavaban los sobacos, otras tenían plena conSciencia de las inferencias de la infelicidad perpetua, otras nada más descansaban en sus literas y las demás no se sabe bien que hacían, pero es seguro que hacían huevo a troche y moche.
Cierto día apareció un choele-choel que sabía demasiadas cosas prácticas, aunque nunca quería hacer demostraciones empíricas porque temía a los baciliscos y los escorpiones. (Más a los segundos que a los primeros, porque los baciliscos son entes mitológicos, en cambio los escorpiones son gente maliña que engaña, dora píldoras y después te la da por el upite hasta que sangrás coca colas o espraits).

Ese día, el día en que apareció el choele-choel, todos supieron que no hay manera. Ninguna manera. No hay forma de erradicar la desesperanza. No, no la hay.

Moraleja: Si sos caramañola dejá que te llenen de líquido. Si es agua vitaminada mejor. También puede ser Gatorade o cualquier cosa que contenga sales naturales benéficas para el cuerpo y la forma de desenvolverse en los grupos humanos y en la intimidad amorosa.
Si te topás con un choele-choel, primero preguntale si tiene compromiso alguno contraído con alguna Nancy Sinatra o cualquier hija de vecino. En caso afirmativo, llamá a la futura corneta y avisale la suerte que le espera cuando te conviertas en su margarita esmerilada de cara al espejo de techo.
Y sobre todo no te sientas mal por nada. La vida es un carnaval y eso lo sabe cualquier marsopa, sino preguntale a Celia Cruz, que así le fue.

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