26.12.05

No lo soñeeeeeieeeeeé

Yo no sé si alguna vez te pasó pero lo que es a mí acaba de pasarme algo extraordinario:
Dormí la siesta y me curé.
Y además soñé.
Soñé con un día en el futuro inmediato. Con una fiesta en la que están muchas personas significativas, con muchos sanguches de miga triples (yo como dos nomás) y con masas finas que cuando voy a buscar ya no quedan, como suele sucederme siempre en ese tipo de reuniones. Me panfileo y llego tarde. Llego a la hora de sacar las migas.
Pero no importa. Son detalles que no hacen a la cosa en sí misma, lo que importa, el asunto literario, literal o el Kill Bill de la question es lo que sigue a continuación:
Resulta que en la reunión estaba B. que en realidad sé que era B. porque uno en los sueños sabe perfectamente quién es quién, pero se parecía bastante (no fisonómicamente hablando) a C. en los días en que lo conocí y tenía una galera llena de conejos drogados sobre su cabeza.
Entonces con B. nos cansamos de la festichola y nos vamos a buscar un arbolito o un zaguán o algo lo suficiente no intimidatorio como para intimar un cacho y en lugar del "lugar" si es que se me permite la reabundancia de lugares (comunes) al final es un encuentro de B. con cuatro o cinco músicos de heavy metal de esos que tienen tatuajes y son grandotes, peludos, morochazos y cantan como Gillan.
Yo pienso: - Este B. se me pierde entre bambalinas y líquidos efervescentes, me acuerdo que él me aviso que en estos casos lo mejor es que me aleje, así que mejor me vuelvo para la fiesta.
En ella tomo cerveza porque coca ya no queda. Los invitados que quedan allí me miran sorprendidos y yo creo que es porque estoy vestida con la misma ropa que tenía cuando baldié el patio, entonces decido ir a cambiarme y me pongo una pollerita de esas de seditas de colores que atrás tiene un cierre que está falseado, me pongo un pañuelo en la cabeza que me brinda un espíritu semejante al de Chicholina criolla y me maquillo al estilo Liverpool.
En eso me da un raptus emocional y hago uno de esos llamadetes que, ni siquiera en sueños, debo hacer y J. me dice que viene. Pero resulta que, en alguna parte olvidada del sueño, se ve que también había llamado a K. No sé, capaz que no lo llamé y vino de colado nomás.
La cosa, para hacerla sintética como un yérsey, es que B. vuelve a la reunión en condiciones inmejorables: afeitado y con el pelo cortito, lindo y fragante.
La escena final es toda una revelación del subconsciente: J. me hace una escena de celos ridícula, K. se ofende porque lo ignoro y B., que tiene la paciencia de un santo observa divertido que mi cierre estalló y se me ve el culote blanco.
Me acapara una sensación de chupahuevéz genuina, de váyanse a la concha de sus madres respectivas y acepto gustosa la invitación que me hace B. a ir a un bosque que queda como a 600 Km. que tiene unos árboles re-copados.
La cosa se pone buena, porque además vamos en una Harley Davidson.
Y después me despierto.
Y ahora me parece que estoy curándome. Ya no me duele la panza, sino todo lo contrario.
Llamo a una amiga para contarle el sueño (sí, yo hago estas cosas) y no está. Entonces me digo: - ¡Si querés contar, contá!
Y aquí estamos. Eso sí. Me quedé con ganas de comer masitas, así que ya mismo me voy a zampar un pedazo de postre que quedó del 25.

archivado en: la interpretación de los cierres, querido diario y gastronomía de cadáveres.