1.11.05

Tutiplén en 2 x 4

Tengo blanca la cabeza

No nos ponemos de acuerdo. Un yo mío, la géminis en sombras me dice que el moreno era el toque dark, la cosa antigua, la actitud de chupahuevismo, la gitanez que brillaba al sol y no se percibía en la oscuridad. El otro yo (los niños cantan en el boulevard), la géminis del protopelotudismo, dice que la mezcla favorece un efecto a saber: apariencia de iuvenes dum sumus, aspecto un tanto atrolado, opiniones ajenas que hablan de boniteces, cambios, nuevas etapas, punto final, obediencia debida a la psiquiatrías y sus acciones maléficas, pero no menos eficaces.
Mierda. Hay otra géminis más que me dice: yo no quería esto. Me obligaron. Violaron mis ilusiones y no tengo a quién reclamar. No hay ley, no hay justicia para una víctima que confunde testimonios.


Siga un consejo, no se enamore.

Saco cuentas y lo más probable es que me acompañe unos trece años más o menos.
Despues no sé que haré, pero espero que sea mi último amor. Hoy día, todos mis abrazos y mimos son para él. Necesito amar, amar es mi estado ideal, amar me hace bella, grandiosa, aunque seamos de especies diferentes (no es la primera vez que sucede ni será la última) el amor es amor y no hay demasiada vuelta cuando la mente está tan sana como el alma y el corazón.


¿Qué importará el después?

Madrugada, demasiado ruido. Ruido a calle, ruido a murciélagos, ruido a perros, a muebles, a autos, a músicas lejanas, a risas. Unos pibes patean botellas y cantan un tango: este tango.

El miedo enorme de morir lejos de ti.

La noche del eclipse imaginé que de viejitos, volveríamos a sacar las sillas al patio y miraríamos al cielo agarrados de la mano hasta que el fresco nos obligara a entrar, porque habría que cuidarse bien para disfrutar de los nietos, de la cama calentita y de todas esas cosas que hacen las parejas hasta que llega la muerte.


La flor no perfuma

Me gusta que los remiseros esperen que entre a casa. Este remisero, además de lindo, joven, conversador y tener un auto hermoso rojo cuya marca desconozco porque no distingo un peugeot de un fiat, no esperó que entre a casa. Y allí, en momentos como estos, es cuando siento que la vida es tan del orto que ni siquiera te compensa con pequeños gestos de amabilidad. No sé. ¿Qué le costaba esperar un cachito?


Que voy por los cafetines a buscar felicidad

Quesito con champignones, coca-cola, pan, puchos, libros. Cantidad necesaria. No pensar, de a pedacitos no pensar. Dura poquito, pero ese poquito bien vale la pena, ¿qué otra cosa diferente es la ocasión momentánea hacia un submundo donde el autoengaño se confunde con calma, con atisbos de ternura, dónde los milagros son un cuento litúrgico, donde una soledad más otra son igual a dos soledades y no más que eso?.

Pálidos despojos de un naufragio

Llegado un punto de la vida en la que te viste parada en la mitad, tu felicidad comenzó a convertirse en la felicidad de tus hijos, tus necesidades fueron las de ellos, tus deseos se adormecieron en la almohada se los sueños de los que te rodeaban, tu existencia comenzó a ser verdaderamente generosa y empezaste a odiar la hipocresía y la mentira. Hiciste una especie de raconto de falsedades y poéticos dorajes de píldoras. Y fueron tantos, la lista se hizo infinita, la ingenuidad fue tan calamitosa que el desengaño final te clavó una astilla en la planta del pie. Una astilla, que, a medida que caminabas, más se incrustaba, más imposible se hacía sacar.
Digamos: en esa instancia comenzó la verdadera lucha contra lo que fuiste y lo que vas a ser.

Pensando siempre en lo mismo me abismo

Poco queda por esperar. Alguna vacuna, algún aire silencioso que conforte, algunas pequeñas, leves, blandas ganas de levantarte a la mañana e inyectarte una molotov que active la sangre que viene reseca, obturando las arterias, templando el deseo, temblando el pulso, anerviosando las ideas, las escupidas de todo guanaco que pulula y ya ni siquiera te hace daño. O cada vez te pega menos, porque la droga se te mezcla con representaciones cortadas con aspirina.

Tómalo con calma, esto es dialéctica pura

De tanto esperar que sucediera, olvidé qué cosa tenía que suceder.

Tus ojos azules muy grandes se abrieron

Tan hermosa la mañana que me mandé dos viajes, uno tras otro. La remisería materna, algunas veces me da mucho placer. Otras veces la odio. Se abusan de mi nobleza, se abusan de mi flojera, se abusan de mi amor.
Tan hermosa esta mañana que adoro que se abusen y me digan: - gracias má, antes del besito.


Una tarde más tristona que la pena que me aqueja

Yo lo planté. Lo plantamos juntos: él, el mejor hombre de mi vida, el único que me amó con un amor sincero, sano, blanco. Nos sentimos orgullosos cuando lo vimos crecer con una velocidad ansiosa, con su rebeldía adolescente, con su autodeterminación y belleza. Lo admiramos cuando veníamos caminando desde Malaspina. Tan magnífico, tan fuerte, y después tan dañino, tan ingrato, tan destructivo (cría cuervos)
Motosierra mediante, el frente desnudo, desnudo mi corazón, filicidio vil, defensa propia.
Lloré toda la mañana. Aún no tengo el valor para asesinarlo totalmente. Necesito que alguien haga el trabajo sucio por mí. Necesito que el acidomuriatismo lo haga un mercenario, o un amigo. Necesito que me regalen un árbol cuyas raíces crezcan hacia abajo, que me regalen un nuevo brotecito de vida, para no sentir que todas son pérdidas.


Tarde me di cuenta que al final

Materias que se llevan a marzo por toda la eternidad.

continuará


archivado en: tutiplenes musicales, catástrofes naturales y epistemología