14.9.05

Pero nadie vivió sin matar, sin cortar una flor, perfumarse y seguir

No es posible hacer listas cuando las cosas a olvidar son tantas.
Fósiles. Un paquete abierto de papitas, dos alfajorcitos de maizena que esta vez, como si de una anticábala fatal se tratara, volvieron intocados, la marca del shampú otra, los ojos ciegos, las lágrimas no tuvieron compañía.
Violetas marchitas, testimonio de una primavera que no llegó.
Lo que queda. Fósiles. Una última catársis. Empezar de nuevo en otra parte, en un paisaje menos hostil que la melancolía.





Mientras escribo esto, una cucaracha semi muerta camina por el escritorio. Termino de matarla. Fósil. Otro símbolo.
Cuando las cosas a olvidar son demasiadas, es mejor dejarlas para otros días, días en los que un rayito de luz te diga: no hacen falta olvidos, estamos en paz, no hay rencores. Lo que queda: nada.