26.8.05

Alcantarillas de los recuerdos que a veces son buenos y otras son del orto

Se me ocurrió que debía existir un color que imaginé, también pensé que ésa era una noche para volver a pintar quizá aún lo sea, me refiero a pintar porque esa noche tejió los hilos de una madrugada y fue día, otro día que al rato volvió a ser noche, otra noche en la que revisé el taper inefable, ése que se parece a un placarcito blanco y encontré aguarrás, óleos resecos que habré de recuperar y pinceles que ya no sirven. Pero están los dedos, los dedos ásperos como pinceles en desuso.
Está el bastidor preparado hace siglos, impregnado del pánico de lienzo blanco, la crisis creativa, la vagancia, la mente, la mente mía tan aguda esa noche, tan preparada como cuando hacés moldes de yeso, tan invulnerable a pesar de bombas de alquitrán, a pesar de fraguas prontísimas que ni tiempo te dan a cambiar formas, figuras, diablos, olvidos. Está la mente pero ya no es esa mente. Y ¿en qué cajón metemos esta crisis?. ¿Qué hacer con un antiguo y apagado estilo fragmentado?

Terapia: un papel plegadísimo (plegadísmo es, por lo menos en diez partes, asi que debe ser un papel grandote)agarrar la tijerita y recortarlo formando fideitos finos como cabellos de ángel.
Como recortar los flecos de un mal viaje, dejarlos esparcidos en las baldosas del baño, dejar que el agua se los lleve cuando sea el momento indicado. Como esa noche que ya no es esa noche.