23.1.05

Homilía hollidays

Bienamados feligreños míos:

Hoy transmitimos la homilía desde un importante balneario cuya ubicación exacta no podemos revelar ya que nos está persiguiendo un inspector de la ONU que cree que aquí ocultamos armas químicas y que, además, no nos andan las dicroicas.
La transmisión la estamos realizando por televisión satelital y transistores hipodérmicos que, dicho sea de paso, funcionan como el culo porque el proveedor de los mismos no actuó en forma honesta y quebrantó la lealtad comercial que todo el mundo debiera tener para que podamos insertarnos en forma feliz y apaciguada dentro de un marco de convivencia intracontravencional.
Con respecto a este tema tan importante queremos decir que:

- No nos molestan los travestis ni los cartoneros.

- Tenemos ciertos pruritos con respecto a la total libertad que la gente debiera tener de tirarse abajo del tren si se le da la gana, porque, en esos casos, hay muchas personas que llegan tarde a sus respectivos trabajos con la consecuente pérdida de los premios por puntualidad y presentismo. Incluso, conocemos el caso de Diego H., empleado de la AFIP Secc. Merlo, que fue despedido justamente el día en que una señora se arrojó a las vías de un paso a nivel cercano a la estación de Morón, a eso de las ocho y media. El tren estuvo parado y con las puertas cerradas muchas horas porque no la podían sacar de las vías. Se había encaprichado tanto que ni con una grúa. Recién a eso de las doce la convencieron ofreciéndole una parrillada gratis en un comercio gastronómico de por ahí y la mujer reconsideró su idea de morir aplastada y se fue a comer como Jehocities manda en su buena gloria.
Pero a Diego H. lo echaron y hoy está desempleado y con un problema de soriasis que dicen que es nervioso.
Y nos preguntamos: ¿Quién se hace responsable? La respuesta es obvia y el tema no da para más.

- No nos gustan los alimentos transgénicos. Los tomates larga vida son muy lindos de aspecto, pero tienen gusto a plástico. Si sólo fuese por los tomates no habría problemas, porque vas y te comprás unos perita que son más sabrosos o, inclusive, los podés cultivar vos en tu patio, ya que se consiguen plantines a precios módicos.
El problema es con las remolachas.
Resolvamos aquí el siguiente dilema intentando ser lo más honestos posibles:
¿Para qué come uno remolacha?
La remolacha, para papa es muy dulce y para ciruela es salada, o sea, una porquería indefinida. Sin embargo, las remolachas están bien conceptuadas en las escalas del buen gourmet.
Pero todo es un gran engaño: uno come remolachas para hacer caca roja.
No hay nada más agradable que la comprobación taxativa del propio bioritmo, nada más marsavilloso que el reciclaje natural en toda la amplitud de la diversidad.
La caca de remolacha es única en su especie y merece seguir siéndolo.
¿Qué sucede hoy día con la caca de remolacha?
Respuesta: es una caca común y corriente, no difiere en nada de las cacas de zanahorias, asados de tira o guiso de lentejas.
Y eso está muy mal.
Por tal motivo creemos que en el nuevo código intracontravencional debieran prohibir la consumición de alimentos transgénicos que, a fin de cuentas, lo único que hacen es romperte la ilusión.

Queridos hermanos: el sol está pegando fuerte aquí, en Las Toninas, y tenemos en cuenta que todos ustedes están disfrutando de sus merecidas vacaciones, por lo cual los absolvemos a todos. Una vez cumplido el ritual (obligatorio) de apretar el cosito ese que está ahí abajo para dejar un comentario acorde a este tipo de situaciones, pueden irse al agua, a hacer castillitos de arena, a jugar a la paleta o al tejo con el cuñado o a realizar alguna de esas pelotudeces veranezcas que tanto bien le hacen al espíritu.
Con dios se pueden ir.