26.10.04

De cada amor que tuve tengo heridas

Esta de acá, la de la espalda, me la hizo Eugenio. Los dos estábamos enrolados en la onda S/M. Una noche se le fue la mano con la fusta. No sé que le pasó, se entusiasmó demasiado y al final yo fui a parar al hospital y él a la Comisaría 3ra de Burzaco.
Me dio pena que pasara una semana allí, pero la denuncia te aseguro que no la hice yo sino uno de los camilleros que me trasladaron al quirófano esa noche.
Entre nosotros dos (el camillero y yo) surgió un encendido romance y al salir de la internación decidí irme a vivir con él.
Claudio tenía un problema: no podía parar de fumar. Encendía un cigarrillo con el anterior, siempre decía que lo que se gastaba en salud se lo ahorraba en fósforos. La verdad es que era un tipo muy gracioso el camillero. Pero fumaba demasiado. Comía y fumaba, cojía y fumaba. Todo esto que ves aquí no son lunares ni pecas, sino el producto de nuestros encuentros eróticos.
Al final se murió el pobre. Yo siempre le decía que el cigarrillo lo iba a matar y tuve razón. Una noche en que salió a comprar fasos, lo aplastó un camión.
La cicatriz que tengo en esta pierna me la dejó Anibal. Era futbolista y una noche, en una de las patadas que solía darme cuando soñaba con los partidos, me provocó una fractura expuesta.
Después lo vendieron a la Juventus y no quiso llevarme con él. Decía que se me notaban las marcas de los clavos y ya no me veía muy sensual.
Este ojo no siempre lo he tenido desviado. Me quedó así cuando Ignacio me pegó en plena jeta con un bate de baseball una noche en la que llegué tarde y me confundió con un ladrón.
La culpa fue mía por no encender la luz. La verdad es que fue una desgracia con suerte, porque a pesar del desprendimiento de córnea todavía veo un poco.
Bueno, Roberto. Esta es nuestra primera cita y quisiera que tengas claras un par de cosas como para dejar sentadas las bases de una relación feliz.
No tengo grandes pretensiones. Lo que yo espero de un hombre es cariño y respeto. Así fue siempre y así pretendo que sea también ahora.
¿Ves? Aquí, donde no hay nada, antes había un brazo derecho. Fue un accidente, resulta que Alberto estaba...