22.8.04

Mi causa es nextbloguear

Lo que a mí más me revienta es que vengan cuando estoy así, tranquilita, tomando unos amargos en mi hamaca paraguaya, viendo como el susurro del viento hace temblar las hojas del nogal, imaginando mundos de ilusión donde mis piernas serpentean al ritmo de Coil, soñando con futuros apanchados y dóciles como las plumas de un hornero.
Por eso me estufa que hagan irrupción, que lastimen mi calma y mi paz esos rusos, afganos y chilenos. No lo soporto. Me arruinan el mantel, me usan el baño para hacer caca, me engrasan las manijas.
Aquellos que juzgan que me entregué al oro foráneo, es seguro que no recuerdan mis luchas denodadas contra el advenedizo etrusco; mi pelea sin pausas ni prisas para combatir a la alimaña despiporrante del centrifugado.
Se dice que me deje obnubilar por el lavacopas y las donuts, que ya no soy la criollita de las trenzas, que mi remera del barbeta se achicó en el Laverrap, más son todos infundios.
Yo me quedo acá porque quiero seguir brindando mis servicios en forma desinteresada, es mi forma de agradecerle a la vida por las ojuelas de mi abuela o por la babiez de la que me deja disfrutar de vez en cuando. Si deseara otra cosa me mudaría a Holanda, o a Perú. Pero no me da la gana. La casa se reserva el derecho de admisión y permanencia.

Estoy escuchando nuevamente la canción. Esta vez es diet. Y es igual, o es mejor.