12.3.04



El tono insoportablemente melodramático de Kirchner. Las familias de los muertos. La sensación de que no somos más que una mierda esparcida en el universo, una ínfima caca a merced de las decisiones salvajes de los que mandan. La necedad de Aznar. Fundamentalismo. Autodeterminismo. Da igual. Terrorismo. Homicidio. La historia de la humanidad no sorprende. No es que todo empeore, simplemente es igual y , tal vez, sea esto lo peor. Que nada cambie, que la evolución sea sólo una teoría de manual, que nada vaya a mejorar nunca. La fatalidad intrínseca de la vida. Todo esto es una mierda. El miedo. Sin embargo debiera haber algo a lo que asirnos para no desear ser uno de los cuerpos metidos en sacos oscuros. "Hoy no se puede estar normal", dice Deneno.
Cuando planeamos un hijo, cuando decidimos estar juntos, cuando simplemente sucedió todo aquello que el tiempo trajo, creíamos que era parte de la evolución. La evolución hacia algo mejor porque sinceramente uno desea que la cosa mejore. La demagogia patética de Kirchner. El partido de futbol que no se suspende ni por lluvia ni por terremoto ni por masacre. Las elecciones y el agua que invariablemente va a parar a un molino u otro. La ambición obscena. La sangre, que se repartirá de modo útil a los fines de los que controlan cuándo nacer, cuándo vivir, cuándo morir; en qué avión, en qué tren, en qué ciudad igual a cualquier ciudad, con gente igual a toda la gente. Gente que planeó hijos, que pensó que la cosa, necesariamente, tiene que mejorar.
El dolor. Siempre el dolor. El asesinato. La náusea. La gran mentira que es dios.